Padre Fernando Pascual, L.C.

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Mensaje de la semana 

 

¿Hacia un pensamiento totalitario?

 

 

Pensar implica abrirse a la verdad, la justicia, la belleza, el bien. Pensar es el presupuesto base para que la libertad madure y se oriente rectamente. Por eso el pensamiento totalitario busca, como uno de sus principales objetivos, amordazar, perseguir y aislar a los que no piensan según los dictadores de turno.

Algunas voces se han alzado en el pasado y se alzan en el presente contra esa mordaza de los defensores del pensamiento totalitario. Denuncias como la del famoso George Orwell en “1984”, o la de la reciente novela “El dador” de Lois Lowry, son paradigmas de esas voces, muchas de las cuales luchan ante la indiferencia o incluso la hostilidad de quienes deberían ser paladines de la libertad.

¿Existen, actualmente, personas y grupos que buscan imponer un pensamiento totalitario? Sí, por ejemplo cuando se prohíbe por ley la libertad de investigación histórica; o cuando se aprueban leyes contra supuestas “fobias” que impliquen acusar de enemigo y peligroso a cualquiera que se oponga a tales leyes; o cuando se impide enseñar ideas religiosas o éticas con el falso pretexto de que ofenden a los que piensan de otra manera; o cuando se declara como derecho un acto tan injusto como el aborto y luego se etiqueta como violento precisamente a quienes van contra tal “derecho”...

Lo que sorprende es la pasividad de muchos ante presiones locales, nacionales o internacionales a favor del pensamiento totalitario. Si algo grande tiene el ser humano, con todos sus errores del pasado y del presente, consiste precisamente en su capacidad de pensar más allá de imposiciones arbitrarias y de mordazas amparadas en falsos derechos y en presiones ideológicas de algunos grupos.

Por eso, defender el derecho a pensar y a expresar las propias convicciones ante leyes absurdas, que buscan amordazar a los opositores, resulta no sólo una necesidad, sino incluso una obligación para salvar a las sociedades de sucumbir bajo el control de grupos totalitarios.

El pensamiento totalitario, ciertamente, buscará aplastar a los opositores. Lo ha hecho en dictaduras como las de Hitler, Lenin, Stalin y Mao. Lo hizo incluso durante la Revolución francesa con el falso pretexto de defender la idea de libertad usada ideológicamente por grupos fanáticos de intolerantes revolucionarios. Y lo hace en el mundo democrático con tácticas sutiles, en las que bajo la supuesta y engañosa idea de que se defienden a minorías lo único que se busca es silenciar arbitrariamente a cualquiera que piense autónomamente.

Quizá los defensores de estos abusos vean un día, con sorpresa, cómo los mecanismos totalitarios que promueven se vuelven contra ellos. El “mito” de la revolución que engulle a sus hijos no es un mito, sino una triste realidad.

Abrir los ojos ante las amenazas del pensamiento totalitario y de quienes lo promueven permitirá una reacción enérgica para que la justicia sea defendida y para que los hombres y mujeres de nuestro planeta puedan buscar, libremente, aquellas verdades que anhelan en lo más íntimo de sus corazones.