¡Sé feliz cristiano!

Autor: Alicia Beatriz Angélica Araujo

 

 

Tenemos muchas razones para sentirnos  felices, y quiero compartirlas:

- Dios  nos ha dado la gran oportunidad de la vida. Entre todos los hombres fuimos escogidos desde antes de nacer, para ser marcados en la frente con la señal indeleble del bautismo, que nos acredita como hijos de Dios  y herederos de la promesa.

- Considerémonos afortunados, por haber recibido el don de la fe, sin mérito nuestro alguno, sino por gracia y gratuidad de Dios.

- Encendamos nuestra alegría, porque Dios nos amó primero y nos alcanzó su misericordia, aún sin merecerla.

- Descubrámonos  felices, porque lo amamos, poco o  mucho, imperfecta o perfectamente y esto da sentido a nuestra existencia y ennoblece nuestra alma.

- Alegrémonos, porque tenemos un Dios mucho más amoroso  de lo que  imaginamos, porque aunque no lo amemos como él se merece, él nos ama sin condición  ni límite.

-Llenémonos de gozo, porque Dios nos ama tanto que se hizo hombre en Cristo para que viéramos con nuestros propios ojos y comprendamos hasta dónde llega su amor.

-Despleguemos nuestra  felicidad, porque con la resurrección nos mostró que con él se vence a la muerte.

- Llenémonos de gozo, porque nuestros sufrimientos y dolores son camino de salvación; que ninguno de nuestros padecimientos se pierde sino que producen abundante gracia.

 - Seamos felices porque él es fiel a su promesa y permanecerá a nuestro lado hasta el fin de los tiempos.

- Cuán dichosos  tenemos que sentirnos, porque nos preparó un sitio, dónde después de terminadas nuestras  luchas en este mundo, podremos gozar de la gloria eterna, de la paz y del amor de Dios  en su Santa presencia.

- Regocijémonos, porque nos ha llamado a la misión de evangelizar, porque nos hizo sus discípulos y nos ha encargado mejorar el mundo haciendo posible  la generación del amor.

- Alegrémonos, porque haciéndose nuestro hermano, nos mostró cuántos hermanos tenemos, y nos dio a conocer el llamado a la unidad, como hijos que somos del mismo Padre.

- Mantengámonos felices, porque él perdona nuestros  pecados, cualquiera sea la índole de nuestras faltas él siempre está pronto  a perdonarnos, si eso es lo que queremos.

- Sintamos entusiasmo, porque él quitará la venda de nuestros ojos, y nos sacará de la oscuridad de las tinieblas, para conducirnos a la luz de la verdad.

- Rehabilitemos la alegría, porque él  nos aumentará nuestra  esperanza, levantará nuestro ánimo,  y hará crecer nuestra confianza en el amor.

- Seamos  dichosos, pues  si es nuestro deseo cambiará nuestro corazón de piedra por un corazón de carne y enderezará todo lo torcido que en nosotros haya.

- Llenémonos de gozo, pues tenemos a nuestra Madre del Cielo, intercediendo por ti y por mí, y que  con  inefable ternura  se ocupa de que no nos falte el vino de la alegría.

- Alegrémonos, porque nuestros nombres están escritos en el Reino de los Cielos, en el libro de la vida, solamente porque lo amamos.

- Vivamos esta felicidad, porque ya el Reino de los Cielos está dentro de nosotros grabado en el amor, ya no tenemos que esperar, porque crece en cada uno de nosotros cada vez que amamos y servimos a nuestros hermanos.

- Alegrémonos definitivamente, seamos cristianos felices, pues nos hemos convertido en testigos del gozo por la redención que nos ha regalado el Padre con el nacimiento del Salvador, nuestro Señor Jesucristo.

Por esto y por todo permaneceremos  alegres, y “seremos  resueltamente  cristiano felices,” para que el mundo crea y se  convierta.

Dios quiere nuestra felicidad.