La verdad, camino de la unidad en la diversidad

Autor: Alicia Beatriz Angélica Araujo

 

 

Cada uno de nosotros posee una parte de la verdad, y esta  trae impresa: el carácter, las vivencias, las tendencias, las luces y las sombras, de nuestros matices individuales que nos diferencian y personalizan. 1 Ped.1(22)

Todos somos hijos de Dios, hechos a su imagen y semejanza; pero cada uno con características propias, que no por ser diferentes, tienen que ser despreciadas, sino  comprendidas, asumidas y o anexadas.Ef.4(15-16)

Porque  nadie debe quedar afuera. Dios no hace excepción de personas.1Ped.1(17)

Todos estamos llamados a la integración; y a poner en común nuestros dones y talentos.

La unidad está siendo combatida, por dentro y por fuera,  consciente o  inconscientemente. La envidia, la codicia, la avaricia, el ansia de poder, intereses mezquinos, el egoísmo inmaduro, los complejos, los celos, la estructura  que ata a los pensamientos nuevos, la falta de creatividad, los miedos, la inoperancia de los formadores y dirigentes. El maestro que  es superado por el alumno por no haber descendido al llano, por no haber acompañado su crecimiento, por no haber aceptado  que todo en el hombre es intercambio: que no se las sabe todas, aunque tenga mil años. El amor nos ayuda a comprender, a auxiliar, a acompañar,  a escuchar, a  corregir; a  edificar, ya que es el amor lo que nos salvará.

Muchos nos hemos ido aislando, dejando de notar las estupendas capacidades del otro, y colocando en primer lugar  las nuestras, así es que dejamos de valorizar al prójimo como más digno, no facilitándole el espacio para su desarrollo, y hasta de alguna manera lo ayudamos en su desánimo.Rom.12(2). Porque nuestro mirar y criterios, están cerrados, tomamos una visión parcializada, y no abierta: perdemos de esta manera el verdadero camino, el sendero que nos marcó Cristo.¿  Se nos estará enfriando el amor del comienzo?, o nos estamos  dejando llevar por conceptos, y o hábitos del hombre viejo(Ef.4.21-22), que aún tenemos arraigados en nuestro interior.Apc.2(4)

Quizás, no  estemos compartiendo abierta, y sinceramente con el corazón; y nos quede algo de susceptibilidad, de desconfianza, de dudas, de temor de mostrarnos realmente como somos. Sin cáscaras, ni posturas; libres, realmente libres para amar y dejarnos amar los unos a los otros.

De ser así, podríamos proponernos el cambio, el querer, la buena voluntad, pues al Padre con esto le es suficiente, para obrar.

Alguien,  recuerdo que preguntó: ¿ Cómo se hace  para trabajar por la unidad?

La respuesta le pertenece a Jesús: “Amando, con pureza de corazón; libres de todo otro movimiento interior”.

Amar es aceptar la diferencia, es trabajar para integrarla; es sumar y no restar. Es caminar uno al lado del otro, respetándonos, poniendo cada uno  nuestros dones y gracias, al servicio desinteresado, de toda la comunidad.

Los creyentes sabemos que la Iglesia es Una, Santa, Católica, Apostólica, Romana, y el cumplimiento de esta premisa, marca en sí misma la unidad. Esta unidad a la que Jesús nos llama a participar, está por sobre todas las diferencias y debe estar comprometida, amalgamada y sostenida por el amor de sus miembros en Cristo, por, El, con El y en El en unidad a su Espíritu.Ef.4(6).Si Santa es la cabeza, santos tenemos que ser sus miembros.