La entrega en el camino

Autor: Alicia Beatriz Angélica Araujo

 

 

Solo muriendo a nosotros mismos crece Dios en nuestros corazones.

¿ Que tiene el hombre, que no haya recibido?

Todo es providencia. Todo es gratuidad y don de Dios.

Si Juan el  Bautista, no se consideró digno siquiera de desatar las sandalias al Señor, ¿cuánto más indignos seremos nosotros?

¿ Cómo nos cuesta morir al yo ?

El crecimiento y el fortalecimiento espiritual, solo se alcanzan en el desierto, en el despojarse, así nos lo indican las Sagradas Escrituras en cada una de sus lineas.  Es en ese desierto de cada hombre es donde  se encuentra la verdad, lo que realmente somos y lo nada que podemos si Dios nos priva de su presencia.

Fe sin dudas, confiada esperanza, son  el sostén del sometido a prueba, como sucedió con Job.

El mismo Juan el Bautista, el servidor y profeta del Altísimo, se abandonó a los designios del Padre llegando hasta el martirio.

María Santísima con su fiel y amoroso  anonadarse ante su Señor y Dios nos dejo la invalorable nuestra de verdadera entrega, esa en la que nada se especula, en la que nada se desea, ni nada se busca más que agradar a la Trinidad.

Jesús que por amor soporta el escarnio, la humillación, el martirio y la muerte de cruz.

Todo nos está manifestando ENTREGA.

Es necesario  que EL crezca y que mi yo disminuya (Jn. 3, 28 - 30 ).

Abajarnos es nuestra tarea, para que Dios haga su morada en nosotros, para poder así ser reflejo de su amor e iluminar al mundo.

Dejar de ser yo para pasar a ser el TÚ.