Hablamos mucho y escuchamos poco

Autor: Alicia Beatriz Angélica Araujo

 

 

 

Por eso Jesús habló en Parábolas, para que buscáramos, y nos interesáramos más en su mensaje: y no nos limitáramos con oírlo simplemente  sino que lo meditemos profundamente para poder llevarlo a la práctica.

¿Cuánto nos cuesta obrar acorde a su palabra?

María, en sus silencios  llenaba  su corazón con el amor del Padre, y  obraba conforme al beneplácito y voluntad de Dios. ”La llena de  gracia “

Imitemos a María, renunciando a nosotros mismos, y al igual que ella, entreguémonos por entero, confiadamente, seguros, y ciertos, de que Dios obra lo mejor  en nuestras vidas.

María no buscaba entender, sino obedecer, ya que, no conocía la rebeldía, pues todo en ella era sumisión.                                                         

Pero  lo que para las criaturas es imposible, para Dios todo es posible; y es así, como el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda, solo tenemos que invocarlo desde el reconocimiento de nuestra  fragilidad, y carencia; desde nuestra pequeñez, y limitación; desde nuestra aridez, y confusión, con sinceridad y anonadamiento; con entrega voluntaria, a quién  todo lo puede, y todo lo alcanza, y realiza; a quién es la Sabiduría misma, la verdad, la justicia, la paz, el amor, y, la misericordia hecha hombre             ¡ Cuántas cosas hermosas nos dices Señor ¡ Y, cuán poco hecha  raíz en nuestro corazón.                                                                                                                            

Por eso, pocas palabras,  las necesarias, para  que fructifiquen nuestras obras; para, que la  semilla encuentre en nuestro corazón, un terreno fértil que permita crecer el amor. Ese amor  madurado, que como dulce néctar  embriaga el alma, todo lo reúne, y todo lo abarca.

 

Oración

Amor, que del amor vives

Enciéndenos, aviva la llama

Fúndenos con tu presencia

Que es  plenitud de gozo y gracia

Quítanos todas las trabas                                                               

Abre nuestros ojos,

sea nuestro corazón tú morada                                                             

Así  manifestaremos, 

como tus hijos te aman

Contagiaremos al mundo

Cantaremos alabanzas               

¡Venga a nosotros tu Reino!

¡ Ven Espíritu, prende la flama!

Renueva  la  faz de la tierra

Conviértenos  en  manada santa.