Fragua para el alma

Autor: Alicia Beatriz Angélica Araujo

 

 

 

Ya la fragua está encendida,

Ya se atizan los carbones.

El oro y la plata se funden,

Y al crisol se los traspone.

 

Se les quita la herrumbre,

De la escoria se lo aparta,

Al precioso metal preciado,

Que a su brillo ha de retornar.

 

Porque el Fundidor, el Amado,

Perfectas piezas quiere llevar,

y tenerlas siempre a su lado,

Hacerlas parte de su morar.

 

Así templa el Señor las almas.

Con el fuego las depura,

Con lejía las blanquea,

Pues las quiere limpias, puras.

 

El pecado es la escoria,

Que ennegrece del alma el fulgor.

Ese mismo que le imprimió,

Aquel día en el Bautismo.

 

Cuando el mismo Hijo de Dios,

Por su gracia y sacrificio,

Nos ganó en aquel madero,

En la cruz,  el Redentor.

 

Por mí, por USS, por vos,

Por  nuestra, y toda generación,

Él padeció en su carme,

Él su sangre derramó.

 

Por librarnos del pecado

El escarnio, el martirio soportó,

y en la cruz clavado

Es la víctima por Amor.

 

Resucitó al tercer día.

Él a la muerte venció,

Destronando al enemigo,

La victoria aseguró.

 

Si humildes aceptamos,

En la Reconciliación,

Limpiar nuestros pecados,

Y enmendarnos del error.

 

Tornará nuestras almas puras,

Relucientes como el sol

Nos conducirá a su Reino,

A gozarnos en Su Amor.