Miércoles de Ceniza, Ciclo A

Marcos 6, 1-6, 16-18: La cuaresma es el tiempo ideal para cambiar

Autor: Padre Alfredo I Hernández  

 

 

La cuaresma ha comenzado. Al recibir las cenizas este Miércoles de Ceniza es posible que se nos hayan dicho dos frases: "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (cfr. Génesis 3, 19) o "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (cfr. Marcos 1, 15). Estas dos expresiones nos ayudan a reflexionar sobre el significado de este tiempo tan precioso de preparación para la Pascua de Resurrección. 

La primera frase recuerda el castigo a Adán y Eva, como consecuencia de su desobediencia a Dios.

Nos hace pensar en la brevedad de la vida. Las cenizas que se nos imponen en la frente nos deben de ayudar a considerar que el tiempo que tenemos es poco para cambiar nuestras vidas, pero no debemos de desesperarnos. Aunque parezcan estas palabras algo deprimentes, no deben serlo, si recordamos que el camino de la cuaresma termina en los eventos que transforman para siempre la realidad humana del pecado y la muerte.

Termina la cuaresma en nuestra transformación, gracias a la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Una vez más, tratemos, esta cuaresma, de permitir que Dios nos convierta en las personas que El quiere que seamos.

La segunda expresión revela más concretamente el propósito de la cuaresma y, de hecho, de la vida cristiana. Es ésta lo que predicaba Jesús desde el comienzo de su ministerio público: "El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; conviértanse (o 'arrepiéntanse') y crean en la Buena Nueva" (Marcos 1, 15). La cuaresma es el tiempo privilegiado para cambiar nuestras vidas y vivir más nuestra fe en la Buena Nueva, el Evangelio, de Jesús.

¿Qué significa el arrepentimiento o la conversión? La palabra griega metanoia, la cual se puede traducir por ambas palabras en español, significa un cambio total de mente, de perspectiva. Cuando nos arrepentimos, dejamos atrás lo malo en nuestras vidas, para "convertirnos" hacia Dios, para mirar desde ahora en adelante hacia Dios. Se habla aquí de un cambio total en nuestras vidas.

Lamentablemente, ese cambio total casi nunca es permanente. La persona que ha tenido la experiencia de hacer un retiro o participar en una poderosa misión en su parroquia, quizás haya experimentado una conversión. Se ha sentido segura que su vida serán distinta para siempre.

Ya los vicios los dejará; las enemistades ya se quedarán atrás; todo será distinto. Pero, con el tiempo, se ha sentido frustrada, al ver que el ardor del principio lo ha ido perdiendo.

Si nos sentimos mal cuando nos pasa esto a nosotros, es bueno recordar que los mismos discípulos de Jesús tuvieron experiencias parecidas. A pesar del hecho que caminaron tres años con El, les costó mucho llegar a abandonar totalmente su antiguo modo de ver el mundo y de responder ante las dificultades de la vida.

He aquí por qué la cuaresma es para nosotros una oportunidad preciosa. Nos permite una vez más escuchar la buena nueva de Jesús, que El nos ofrece por su pasión, muerte y resurrección; el camino hacia la vida eterna, una vida que ya desde ahora podemos comenzar a vivir. Nos permite una vez más esforzarnos por cambiar nuestra vida: arrepentirnos de los pecados, y convertirnos a una nueva manera de vivir.

Terminamos la semana pasada nuestro estudio de la Encíclica del Papa Benedicto XVI sobre la esperanza, Spe Salvi. No dejamos de hablar de la esperanza por el hecho de haber comenzado la cuaresma. En realidad, las cenizas que acabamos de lavar de nuestras frentes son signo de esperanza. Expresan la esperanza que en el breve tiempo que tenemos en esta vida, el corto periodo entre polvo y polvo, podemos llegar a vivir plenamente como hijos e hijas de Dios. Expresan la confianza que es posible, el arrepentimiento y la conversión, aun si nos costará mucho el esfuerzo, y tengamos que probar muchas veces.

En fin, es el mismo Jesús en la cruz, al final de la cuaresma que nos muestra el camino de la conversión, que es para nosotros la verdadera Buena Nueva. Es por esto que El es nuestra esperanza en el camino de la cuaresma, en el camino de la vida. Como dice la antigua jaculatoria: Ave Crux, spes unica! ¡Ave o Cruz, única esperanza!

Febrero 08, 2008