La salvación en Jesucristo no es individualista

Autor: Padre Alfredo I Hernández

 

 

Ha comenzado un nuevo año civil, y la Iglesia continúa el tiempo de la Navidad, preparándose para la celebración este domingo de la Solemnidad de la Epifanía, la manifestación de Jesús al mundo, en las personas de los Magos de Oriente.

En cierto sentido, se pudiera decir que la Adoración de los Magos da una respuesta a una pregunta que el Papa Benedicto XVI se hace en su Encíclica Spe Salvi, "¿Es individualista la esperanza cristiana?"

Estos sabios tienen que haber sacrificado mucho para emprender su viaje a Judea en busca del Rey recién nacido. Es un sacrificio que hicieron juntos, pudiéramos decir que "en equipo". Según el Papa, "en los tiempos modernos se ha desencadenado una crítica cada vez más dura" contra la visión cristiana de la esperanza, ya que parece referirse a una salvación privatizada. La crítica implicaría que al salvado no le importa que otros se condenen. Me parece que el esfuerzo de los Magos de Oriente para encontrar al Salvador, y la manifestación de Cristo a todo el mundo por medio de ellos, expresa claramente que la salvación cristiana y por lo tanto la esperanza cristiana es nítidamente comunitaria.

El Santo Padre cita a un gran teólogo francés del pasado siglo, el Cardenal Henri de Lubac, para enfatizar este mismo punto. La visión bíblica y la de los Padres de la Iglesia pone de relieve que "la 'redención' se presenta precisamente como el restablecimiento de la unidad en la que nos encontramos de nuevo juntos en una unión que se refleja en la comunidad mundial de los creyentes". No se puede concebir la visión cristiana del cielo sin ver ahí una comunidad de amor: "Precisamente por eso presupone dejar de estar encerrados en el propio 'yo', porque sólo la apertura a este su sujeto universal abre también la mirada hacia la fuente de la alegría, hacia el amor mismo, hacia Dios".

También se critica la perspectiva cristiana de la esperanza por dejar a un lado la obligación de ocuparse del mundo actual, ya que todo el enfoque está en la vida eterna después de la muerte. Sin embargo, como afirma Benedicto, el movimiento cristiano al cual esta acusación más parece aplicarse, el monacato, es una expresión de una esperanza que aquí y ahora se puede empezar a probar esa vida del cielo. Los monasterios medievales, como los veía san Bernardo, no eran lugares para escapar de la responsabilidad por el mundo, sino de comprometerse, con la oración y el trabajo, en la preparación del "nuevo Paraíso".

Aún hoy en día, cuando he visitado monasterios, me ha impresionado cómo los monjes, que parecerían a primera vista desconectados del mundo, en sus oraciones por diversas intenciones durante la Misa, expresan que están al tanto y están ofreciendo sus vidas por el mundo entero.

En la próxima sección de la Encíclica, el Papa considera el desarrollo moderno de la idea de la salvación y por lo tanto de la esperanza. La visión moderna de la ciencia, expresada sobre todo en las teorías de Francis Bacon, ha permitido que el ser humano se crea que el dominio sobre la creación que se perdió con el pecado original se pueda recuperar, no gracias a un Salvador, sino gracias a la ciencia.

A Benedicto no se le puede acusar de ser enemigo de la ciencia. Sin embargo, él ve que la visión científica promulgó una nueva esperanza, ya no basada en la fe en Jesús, sino en el progreso.

El progreso se supone que lleve al ser humano hacia la verdadera libertad, sin depender ya de la fe. La fe pasa a ser algo puramente privado y enfocado en una vida extra-mundana. Por lo tanto, ya no tiene que ver con la vida de la comunidad. La acusación de ser individualista parecería, según esta visión, ser justa.

Veremos la semana que viene algunos ejemplos de cómo la esperanza en el progreso, sin necesidad de referirse a la fe y a Dios, ha acabado por deshumanizar el mundo. Desde ahora podemos regresar a los Magos que seguían a la Estrella de Belén y ver que sólo unidos podemos buscar y encontrar la Luz que nos salva.

La verdadera esperanza de la Iglesia está en la convicción que, juntos, la hemos visto y que esa Luz siempre estará con nosotros.

Que el 2008 esté para todos ustedes colmado de esa esperanza. ¡Feliz Año Nuevo!

 

Enero 04, 2008