Tu actitud

Que noten que les quieres. Ganarse a los hijos

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

  

Los chicos se dan a la persona que les quiere. Son muy sensibles al cariño. Los padres suelen querer mucho a sus hijos y están dispuestos a sacrificarse lo indecible por ellos. Pero el problema es que a veces los chicos no lo notan, y piensan que se les quiere sólo en teoría.

Hay que pasar a la práctica. Lo que más notan del cariño probablemente sea la comprensión, en sus diversas facetas. El cariño y la paciencia
resuelven casos difíciles.

Hay que interesarse por lo que le interesa al niño. Y como su mundo suele ser muy atractivo, el buen educador disfruta con ese descubrimiento.

Ganando su corazón
tendrán fuerza nuestros consejos.
No basta con el prestigio de padres
ni con el respeto y la disciplina:
hay que saber atraerse
la simpatía y el afecto de los hijos.

Nuestros consejos han de ser optimistas y alegres, que estimulen, que dejen un poso de comprensión y de ánimo. Debemos corregir y aconsejar con gracia, sin hacer tragedias, dejando entrever cariño aunque estemos serios.

Y cuando los hijos nos hagan manifestaciones o confidencias que son –al menos en su mundo– cosas de la propia intimidad, debemos guardar el secreto, sin defraudarlo aunque a nosotros nos parezca algo de poca importancia. Es importante comprender, y comprender que son niños.

Cuántas veces se nos olvida pensar que un niño a esta edad puede estar agobiado, por ejemplo, porque le parece que todos los de su clase son más fuertes o más listos que él. O porque piensa que cae mal a sus amigos, o que un profesor le tiene manía. O le preocupa que no tiene cosas que un amigo suyo sí tiene. Quizá ni se nos pasa por la cabeza que esos puedan ser pensamientos inquietantes en su interior.

Hace falta comprender. Y si ve que le comprendemos, nos contará, y le podremos ayudar. Ayudar no siempre será darle lo que manifiesta desear. Pero hablar las cosas en un ambiente de confianza le hará pensar con más profundidad, y perderá el miedo a darse a conocer, tan importante para educar. Verá que la sinceridad y la confianza arreglan todo con una facilidad admirable.

La discreción con las cosas de la intimidad del chico facilita mucho que se sienta comprendido. Sería una pena, por ejemplo, que lo hablado en confianza por los padres con el profesor o tutor acabe saliendo, fuera de un contexto adecuado y en alarde de impudor, en el momento más inoportuno.

Un ejemplo. Advierten en el colegio, a un padre o a una madre, sobre que su hijo, por ejemplo, está bajando el rendimiento escolar porque tiene problemas de integración en la clase y está por ello descentrado y no estudia bien. Y al llegar a casa, a lo mejor, ese padre o esa madre, en un momento de enfado durante la comida, acaba echándoselo en cara en presencia de todos. "Ya está bien de tanto agobiarse pensando en si tienes amigos o no, y haz el favor de estudiar, y dejarte de historias...". Una escena de este tipo puede acabar por mucho tiempo con la confianza del chico en los padres y en el colegio.