Tu actitud
Esta generación
Autor: Alfonso Aguiló Pastrana
Sitio Web: interrogantes.net
Probablemente una de las cosas que más molesta a la nueva generación sean los tonos apocalípticos que algunos emplean al referirse a la sociedad presente y a la juventud de ahora. Como si en los tiempos modernos no hubiera otra cosa que ruina y depravación.
Sucede esto sobre todo en la etapa adolescente, pero también desagrada al chico de unos años menos. Unos padres sensatos deben hacer un esfuerzo por limitar al máximo:
las amonestaciones sistemáticas contra las costumbres y las modas de la actual generación;
esas trasnochadas y poco oportunas referencias a las ventajas del pasado;
los sermones teóricos sobre la propia juventud;
esos discursos sobre la excelencia del propio estilo de vida, que son tan poco elegantes.
Es evidente que una crisis moral y de valores afecta a nuestro tiempo. Pero también las anteriores generaciones pasaron sus crisis.
Hay valores
que han perdido
fuerza y presencia hoy,
pero también hay otros
que la han ganado.Podríamos quizá reseñar algunos de esos valores emergentes, muy propios de la juventud de nuestros días, que se recogían en un reciente documento:
una fuerte sensibilidad en favor de la dignidad y los derechos de la persona;
la afirmación de la libertad como cualidad inalienable del hombre y de su actividad;
la estima de las libertades individuales y colectivas;
la aspiración a la paz;
el pluralismo y la tolerancia entendidos como respeto a la diversidad y a las convicciones ajenas;
la repulsa de las desigualdades entre individuos, clases, razas o naciones;
la atención a los derechos de la mujer y el respeto a su dignidad;
la preocupación por los desequilibrios ecológicos; etc.
Merece la pena saber descubrir esos valores en la nueva generación, y otros muchos más que sin duda hay. Y si no nos gustan mucho, quizá sería oportuno reflexionar, sin demagogias, sobre aquello de que los jóvenes de hoy son, en buena medida, el producto de lo que hemos hecho los que ahora somos adultos.
Así que lo mejor es evitar esa cómoda tendencia a denunciar defectos sociales y de estructura: el ambiente, la calle, la droga, las perversiones de la sociedad de hoy..., porque muchas veces el principal problema –hemos de reconocerlo y ver cómo mejorar– está en la propia casa, o quizá en el propio educador.
Tengamos, por tanto, una actitud positiva y abierta ante las nuevas transformaciones de las estructuras sociales, de los modos de vida y de las formas de pensar. Procuremos transmitir una visión de las cosas que sepa descubrir y alentar lo positivo y, al mismo tiempo, corregir lo negativo, sin olvidar –como decíamos– echar antes una mirada de sana autocrítica a la propia vida.