Sus estudios
Ir a las causas, sin quedarse sólo en lo académico
Autor: Alfonso Aguiló Pastrana
Sitio Web: interrogantes.net
Muchas veces queremos curar el sarampión granito a granito, y no puede ser. Es preciso ir a las causas. Un niño sano, a esta edad, en un ambiente normal, debe querer estudiar. Lo contrario indica alguna anormalidad.
Cuando un niño de está edad
no estudia,
debe pensarse
que tiene un problema,
y es preciso
descubrirlo cuanto antes.Estando en contacto con su tutor o sus profesores, no es difícil saber qué es lo que pasa. Lo que no se puede es querer arreglarlo a base de remedios superficiales.
No podemos pretender arreglarlo resolviéndole los problemas de matemáticas, dictándole la redacción o haciéndole la lámina de dibujo. Ni tampoco con la comodidad de poner un profesor particular, si el problema es que no le da la gana esforzarse por atender en clase.
Las causas del bajo rendimiento escolar suelen tener mucho que ver con la falta de virtudes básicas: laboriosidad, orden, reciedumbre, fortaleza, optimismo, castidad, etc.
—¿Has dicho castidad?
Sí. Es algo que influye más de lo que parece. Son edades propicias para obsesionarse un poco con cuestiones de carácter sexual, que dificultan bastante la concentración en clase o en el estudio, crean conflictos interiores y producen turbulencias en su imaginación y en su capacidad de fijar la atención. Pero ya lo trataremos en el capítulo noveno.
Hay que enseñarles a estudiar y, sobre todo, hacer lo posible por detectar los errores educativos y actuar sobre el verdadero problema de fondo, para consolidar aquellas virtudes básicas que echemos más en falta.
—Pon algunos ejemplos más concretos, por favor.
Puedo poner ejemplos de contradicciones educativas. Seguro que algunos nos resultarán familiares a todos.
Si resulta que come siempre lo que le da la gana, fuera de hora, y a su capricho..., luego no te quejes de que sea tan blandito que no aguante ni quince minutos estudiando.
Si se pasa la tarde en casa en pijama, estudia tumbado en la cama, y cuando se sienta en el sofá adopta siempre posturas hiperperezosas..., luego no te extrañe que no sea capaz de vencer la pereza para hacer esas tareas de clase o preparar aquel examen.
Hazle luchar
contra la pereza en todo;
recuerda aquello de que
"la pereza seduce,
el trabajo satisface".
Si se pasa el día con la cabeza en otro mundo, distraído, viendo horas y horas de televisión, escuchando música a todo volumen o absorto con sus auriculares hasta altas horas de la noche, sin exigirle que participe en el ambiente familiar..., luego no te maravilles de que sea bohemio, esté lleno de fantasías y que no logre concentrarse ni cinco minutos seguidos en clase, en el estudio, o en la lectura de ese libro que le han mandado para un trabajo del colegio.
Si se ha pasado la vida sin guardar ningún orden, dejando tiradas su ropa y sus cosas del colegio, sin sujetarse a un horario..., bien pueden ser esas las causas de su actual descuido y desorden integral en los estudios.
Ante el fracaso escolar
hay que volver la vista
hacia el conjunto
de la educación del chico,
no sólo hacia los libros,
las horas de estudio
y los profesores.Es un error grave preocuparse sólo de las notas. Hay padres que, cuando van al colegio, sólo preguntan por el boletín de notas, las recuperaciones y el profesor de matemáticas. Piensan en la carrera que hará su hijo, pero no en el tipo de persona que será. Y no les importa si su hijo es buen compañero, o leal y sincero con los amigos.
Como padre, o como madre, debes preocuparte de saberlo. Entérate, por ejemplo, de si ya ha aprendido a dejar el bolígrafo, o los rotuladores, o la calculadora a sus compañeros de clase. Preocúpate por saber si lleva ya al colegio, para jugar con sus amigos, aquel balón que le han regalado en su último cumpleaños. No vaya a resultar que se está convirtiendo en un egoísta avaro de sus libros, sus rotuladores o su balón.
Porque las notas suelen ser muchas veces consecuencia de lo demás. Y, aunque no fuera así, ¿de qué serviría tener un hijo que es un premio Nobel si luego es un egoísta, está lleno de orgullo o es un envidioso impresentable?
—Pero no todos los problemas son siempre de falta de voluntad o de virtudes...
Cierto. Hay también, aunque con menor frecuencia, problemas de aprendizaje. Pueden ser dificultades de lectoescritura, comprensión, memoria, atención, etc., que quizá se agudizan a estas edades. A veces se ponen de manifiesto coincidiendo con el año en que en el colegio pasan al sistema de un profesor por asignatura. Es cuestión de acudir entonces a un gabinete psicopedagógico de confianza.