Sentimientos y carácter 
Autoestima y estados de ánimo

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

Cuando alguien se encuentra desanimado, se ve peor a sí mismo, y eso suele llevarle a un menor aprecio hacia sí mismo. Y viceversa.

Autoestima y estado de ánimo
suelen ascender o descender
de modo paralelo

Una autoestima demasiado baja suele generar actitudes de desánimo, de no atreverse, de desarrollar poco las propias capacidades, de ver como inasequible lo que no lo es. Con esa actitud, es fácil que la derrota venga dada de antemano, antes de entrar en batalla, por esa injustificada infravaloración de uno mismo.

—Supongo que lo que necesita esa persona es que alguien le haga ver su verdadera valía.

Sí, aunque si esa baja autoestima ha arraigado de modo profundo, hacerle comprender su error no será tarea fácil. A esas personas les cuesta mucho admitir cualquier valoración positiva de sí mismas. Y cuando otras personas intenten hacérselo ver, es probable que lo interpreten como halagos infundados, simples cumplidos de cortesía, un ingenuo desconocimiento de la realidad, o incluso como un intento de tomarles el pelo.

—También habrá riesgo por el otro lado, es decir, de un exceso de autoestima.

Si tener una autoestima alta lleva a pensar sólo en uno mismo, a valorarse en más de lo que uno vale, a ser egoísta y engreído, etc., es evidente que eso sería malo. En ese sentido, podría decirse que tanto la baja autoestima como la excesivamente alta son destructivas para la personalidad y psicológicamente insanas.

En casos patológicos, ambos extremos pueden aparecer como consecuencia de trastornos psíquicos, o bien aumentar el riesgo de aproximarse a ellos. La mayoría de las depresiones van asociadas a una baja autoestima, a su vez relacionada con sentimientos patológicos de culpa, inseguridad, desilusión, falta de energía, etc. En cambio, en otros trastornos, como en los delirios megalomaníacos o de grandeza, o durante las fases de euforia de las depresiones bipolares, etc., suele presentarse un exceso patológico de autoestima.

Conviene resaltar que los sentimientos de culpa, o de vergüenza, o de insatisfacción ante algo que hemos hecho o dejado de hacer, no son sentimientos buenos ni malos de por sí. A veces serán muy necesarios, puesto que habrá cosas que haremos mal y de las que es bueno que nos sintamos culpables y avergonzados; en cambio, otras veces serán malos, porque nos atormentan inútilmente y tienen un efecto negativo. Se trata por tanto de sentimientos que, como todos, deben tener medida y adecuación a su causa.

A medida que una persona va madurando y adquiriendo solidez, su nivel de autoestima se irá haciendo más estable, gracias a un mejor conocimiento propio y a poseer criterios más sólidos a la hora de encontrar motivos de propia estimación. Ya no es tan fácil que una opinión favorable o desfavorable, un sencillo acierto o error, o una buena o mala noticia, ocasionen fuertes oscilaciones en su estado de ánimo o su autoestima.

—Supongo que influye mucho el modelo de vida a que uno aspira.

Sin duda. Por ejemplo, es fácil comprobar que el éxito social o profesional no bastan para garantizar la autoestima. Si ciframos nuestro ideal en ser capaces de alcanzar grandes resultados económicos o de reconocimiento social, dejando al margen otros criterios más sólidos, es probable que la vida emocional no marche bien, tanto si conseguimos esos logros como si no. De hecho, hay una constante comprobación de que si los modelos de éxito se reducen a sólo una parte de la vida y no a su conjunto, al final no se quedan satisfechos de esos éxitos ni siquiera los pocos que llegan a conseguirlos.

—Pero tampoco se trata de rebajar los ideales para evitar las decepciones, supongo.

Sería un camino equivocado. Es la estrategia del escepticismo vital, en la que se apagan los sentimientos de sana emulación y se enaltece, por el contrario, la falta de ideales y la mediocridad. Rebajar los ideales y decir que todo da igual, o que hoy día todo el mundo va a lo suyo y ya está, son actitudes que no conducen a nada bueno.