¿Por qué no se escucha más a la Iglesia? 
¿Y una ética laica?

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitios Web: interrogantes.net

 

—Algunos defienden que sólo sería válida una ética laica, sin tintes religiosos, que deben ser algo personal de cada uno.

Es un abuso pretender silenciar las convicciones morales del otro –una persona, la Iglesia, o quien sea–, sólo porque esas ideas o esas personas tienen conexión con unas creencias religiosas. Actuar así no es neutral ni laico, sino simplemente injusto. Supone acallar al creyente por ser creyente y dejar hablar sólo al que no lo es.

Como ha escrito Rafael Serrano, para que haya juego limpio en el debate moral contemporáneo, hay que partir de una cierta disciplina lógica. Invocar la ética laica no debe bastar para menospreciar las razones del creyente. La ética laica es un concepto que sirve a algunos de comodín para desconcertar al creyente poco documentado, eludiendo de entrada el debate y los puntos flacos de la propia postura. "¿Dices que el aborto es inmoral...? Eso es lo que dice la Iglesia –contestarán–, pero el Estado es laico... ¿No querrás que la Iglesia dicte las leyes?". Son respuestas más o menos ingeniosas, pero que siempre eluden lo sustancial de la cuestión (si el aborto es o no inmoral), y se limitan a descalificar al interlocutor, no a sus opiniones.

Descalificar al interlocutor
por el mero hecho de ser creyente
es un dogmatismo impresentable.

Es una forma sutil y hábil de rechazar una idea sin tomarse la molestia de rebatirla. Y una forma bastante hábil de imponer el propio criterio moral mientras –¡oh, paradoja!– se invoca la tolerancia y el respeto al legítimo pluralismo.