Origen del cristianismo

¿Jesucristo era Dios... o una mera ilusión reconfortante?

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

  

—¿Y si la fe en Jesucristo no fuera más que una ilusión, un hermoso sueño forjado por la humanidad?

    La fe es asequible a la razón, pero al mismo tiempo la trasciende. No es extraño, por tanto, que, aun dentro de la fe más firme, pueda insinuarse la duda.

    Ante esa posible duda, André Léonard sugiere analizar la maravillosa coherencia y conveniencia de la figura de Jesucristo en el corazón de la condición humana y de la historia.

    No se trata de una coherencia artificial que el espíritu humano hubiera podido inventar, y después dominar, como si fuera una ilación lógica que caracteriza un sistema filosófico bien trabajado, o una ideología hábilmente adaptada a la mentalidad ambiental. Es algo muy distinto. Se trata de una coherencia tan compleja, tan contrastada, tan imprevisiblemente vinculada a un gran número de realidades históricas, que es totalmente imposible de construir por un esfuerzo de lógica.

    De la figura de Jesucristo, tal como aparece en el Nuevo Testamento, emana un poder de convicción incomparable. Se presenta con un poder de captación tan singular en la historia de los hombres que resulta absolutamente sin par.

    Un poder de captación que hace su figura convincente, pero no ineludible. Es satisfactorio —necesario incluso— que sea así. Dios desea ser amado libremente por unas criaturas libres, y no una adhesión forzada por parte del hombre. Por eso nuestra existencia empieza, y debe empezar, por el claroscuro de esta vida terrena, marcada por la no evidencia de Dios.

    —Está bien. No creo que la figura de Jesucristo pueda ser fruto de una invención lúcidamente calculada, entre otras cosas porque, en ese caso, la mentira habría sido desenmascarado hace ya mucho tiempo. Pero siempre queda la posibilidad de que hubiera sido resultado de una inconsciente y casual creación del genio humano: ¿no podría ser como una proyección consoladora, como una objetivación engañosa de los deseos ocultos del hombre, sediento de una dicha que no posee?

    Son efectivamente muchas las esperanzas psicológicas, filosóficas o religiosas del ser humano que pueden explicarse por construcciones parecidas. Pero hay un obstáculo insalvable que lleva al fracaso este género de interpretación proyectiva para el caso del cristianismo:

el carácter rigurosamente histórico
de los acontecimientos fundacionales
de la fe cristiana.