Objeciones a a Iglesia católica

¿No es demasiado dogmática?

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

—Pero proponer dogmas..., ¿no supone caer irremisiblemente en actitudes dogmáticas?

    Hay una gran diferencia entre ser un dogmático y creer firmemente en algo.

Las actitudes dogmáticas
nacen de imponer dogmas,
no de proponerlos.
La Iglesia se dirige al hombre
en el más pleno respeto de su libertad.
La iglesia propone, no impone nada.

    Creer en algo es una consecuencia feliz de la natural búsqueda de la verdad en la que todo hombre debía estar empeñado. Por el contrario, ser dogmático (una caricatura del respeto a los dogmas) es lo que ha llevado a algunos hombres a caer en diversos fanatismos a lo largo de la historia, en los que con gran frecuencia se ha utilizado la fe como pretexto, cuando en realidad los móviles de fondo eran muy distintos.

    Pero sería completamente injusto incriminar a los dogmas la responsabilidad de acciones o actitudes de las que los únicos culpables son unos hombres que los manipularon.

    —Pero debes reconocer que hay cierto descontento en algunos ambientes con respecto a esta posición de la Iglesia, que consideran demasiado firme, incluso un poco radical.

    Hay cierto descontento sobre todo entre los que no entienden que Iglesia ha de seguir un derecho y mantener un mínimo de disciplina. Pero una fe que se construyera en base a las aportaciones de sus miembros, acabaría haciendo de la Iglesia un simple lugar de coincidencia de algunas preferencias particulares, una mera asociación privada.

    Es cierto que en la Iglesia hay una unidad clara y firme. Pero se trata de una unidad que no excluye el debido pluralismo. No nos hace caminar marcando el paso.

    La iglesia siempre ha tenido presente la diversidad propia de la cultura humana, que es plenamente compatible con la igualdad radical de todos los hombres y con la unidad de una fe que es capaz de expresarse a través de muchas lenguas, pueblos y naciones, y que es enriquecida por las legítimas tradiciones de tantos lugares.

    Por poner un ejemplo, el prólogo del Catecismo de la Iglesia católica advierte de la necesidad de adaptar su doctrina, en cada lugar, a diversas exigencias ineludibles, entre las que incluye aquellas que dimanan de las diferentes culturas. Y aunque la adaptación a las culturas exige a veces rupturas con hábitos o enfoques incompatibles con la fe católica –puesto que la Iglesia está en la historia pero al mismo tiempo la trasciende–, subraya siempre los valores positivos de toda construcción cultural.

    —La Iglesia dice que no puede haber una adhesión cristiana si no se trata de una adhesión libre, pero luego hace proselitismo. Y eso algunos lo entienden como una violencia, puesto que es querer llevar una doctrina a quien no ha pedido nada.

    Si fuera válida esa argumentación, habría que prohibir también la publicidad, por ejemplo. Y llevada a su extremo, acabaría con buena parte de la libertad de expresión.

    El apostolado cristiano es dar testimonio de lo que uno considera que es la verdad, sin jamás violentar a nadie. No es, de ninguna manera, una persuasión ni una imposición solapada. La Iglesia respeta las personas y las culturas, y, en frase de Juan Pablo II, se detiene ante el sagrario de la conciencia:

la verdad cristiana no debe imponerse
más que por la fuerza de la misma verdad.