Más objeciones a a Iglesia católica 
¿Por qué no modera un poco sus exigencias?

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

—¿Y no crees que si la Iglesia moderara sus exigencias, habría más creyentes?

    Francamente, creo que no. Hay personas que aseguran que tendrían fe si vieran resucitar a los muertos, o si la Iglesia rebajara sus exigencias en materia sexual, o si las mujeres pudieran llegar al sacerdocio, o simplemente si su párroco fuera un poco menos antipático. Pero es muy probable que, si se cumplieran esas condiciones, su increencia encontrara enseguida otras. Porque, como dice Robert Spaemann, la persona que no cree es incapaz de saber bajo qué condiciones estaría dispuesta a creer.

    Hay personas que no creen porque, simplemente, no tienen fe, y ya está. Sin embargo, las que dicen no creer por el exceso de exigencia de la Iglesia en algunas cuestiones morales, probablemente tampoco creerían aunque un muerto resucitara ante sus mismas narices. Enseguida encontrarían alguna ingeniosa explicación que les dejara seguir viviendo como antes.

    —Pero, aunque no fuera para "captar" creyentes, la Iglesia podría moderar sus exigencias en beneficio de los que sí creen. Me parece que fue el mismo Santo Tomás quien dijo que en el punto medio está la virtud...

    Lo dijo, efectivamente. Pero se refería al punto medio entre dos extremos erróneos, y no a hacer la media aritmética entre la verdad y la mentira, o entre lo bueno y lo malo.

    Porque, de lo contrario, incurriríamos en aquello que no hace mucho decía un parlamentario de nuestro país: cuando alguien dice que dos más dos son cuatro, y algún cretino –con perdón, no lo digo por ti– le responde que dos más dos son seis, siempre surge un tercero que, en pro del necesario diálogo y respeto a las opiniones ajenas (en suma, de la moderación y del entendimiento), acaba concluyendo que dos más dos son cinco. Y lo peor es que encima puede ser considerado como un hombre conciliador y tolerante.

    La Iglesia –igual que hace cualquier persona sensata– defiende lo que considera la verdad, y no quiere aguar esa verdad. Y nadie debería llamar intolerancia a lo que sólo es defender con fortaleza las propias convicciones. Si alguien se quejara de eso, demostraría tener un intolerante concepto de la tolerancia.

    —¿Pero no te parece que la Iglesia debería ser algo más comprensiva con la debilidad de los hombres?

    Un médico no es acusado de falta de comprensión cuando diagnostica un cáncer y dice que hay que operar. De modo semejante, a los médicos del espíritu no se les debía tachar de poco comprensivos y o faltos de compasión cuando diagnostican una falta o pecado y sugieren que habría que arrepentirse y cambiar.

    Igual que el médico se compadece ante el enfermo de cáncer mostrándose inflexible contra el tumor cancerígeno, la Iglesia se compadece ante la debilidad humana del pecador mostrándose inflexible contra el pecado. Es un deber que a veces es duro de oír, e incluso de decir, pero sin duda un deber insoslayable.