Más objeciones a a Iglesia católica 
¿No es intolerante con opiniones socialmente aceptadas?
Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

—¿Y no es intolerancia por parte de la Iglesia condenar acciones o actitudes que en algunos casos están socialmente aceptadas, sin atender a las opiniones de quienes las defienden?

    Afortunadamente, ser tolerante no es compartir en todo la opinión de los demás (eso sería la forma más segura de volverse loco en poco tiempo). Ser tolerante tampoco es dejar de mantener las propias convicciones porque estén poco de moda (hacerlo sería también una forma excelente de acabar sin ninguna idea propia dentro de la cabeza), sino reconocer y respetar su derecho a pensar de otro modo. Y la Iglesia lo hace.

    Por otra parte, la tolerancia y el respeto al legítimo pluralismo, nada tienen que ver con una especie de relativismo que sostuviera que no existe nada que se considere intrínsecamente bueno y universalmente vinculante.

Si no hubiera cosas que están claramente mal
y que no deben tolerarse,
nadie podría, por ejemplo,
recriminar legítimamente a Hitler por el genocidio judío.

    Pues ese espantoso crimen fue perpetrado dentro de los amplios márgenes de la "justicia" y la "ley" nazis, establecidas a partir de unas elecciones democráticas que se realizaron de forma correcta.

    Si no hay una referencia a una verdad objetiva, los criterios morales carecen de base sólida, y tarde o temprano se produce una gran confusión acerca de lo que está bien y lo que está mal. Y es precisamente entonces cuando la sociedad queda a merced de quienes tienen el poder de crear opinión.

    Por otra parte, y como ha señalado Giacomo Biffi, a quienes piensan que la Iglesia es poco tolerante habría quizá que recordarles que la realidad histórica de la intolerancia, manifestada trágicamente como la matanza en masa de inocentes, entra en el acontecer humano precisamente con el triunfo político de la razón separada de la fe, con el triunfo del librepensamiento.

    El principio de que es lícito suprimir colectivos enteros de personas por el solo hecho de ser consideradas un obstáculo para la imposición de determinada ideología –continúa Biffi–, fue aplicado por primera vez en la historia en 1793, con la incansable actividad de la guillotina y con el genocidio de La Vendée.

    Y los frutos más amargos de esa semilla se han producido en el siglo XX, el siglo más sangriento que se conoce, con la masacre de los campesinos rusos por parte de los bolcheviques, con el genocidio hebreo por los nazis, con las matanzas de camboyanos llevadas a cabo por los comunistas, etcétera.

—Bien, pero el hecho de que haya habido gente tan terriblemente intolerante, no quiere decir nada...

    Si la intolerancia arrecia en la evolución de la historia precisamente cuando menos influencia tiene la Iglesia sobre la sociedad, cabe pensar que la Iglesia no sea tan intolerante como dices. Algo tendrá que ver, probablemente, una cosa con la otra.

    —Admito que las sociedades con fundamentos cristianos sean efectivamente más tolerantes que las ateas, pero de la tolerancia personal de los cristianos no estoy tan seguro...

    No me será fácil demostrar lo contrario, porque de la virtud de cada cristiano yo no puedo responder. Pero pienso que las personas con convicciones religiosas arraigadas caen más difícilmente en actitudes intolerantes.

    Por aportar un dato significativo –aunque es sólo un ejemplo–, un amplísimo sondeo Gallup realizado recientemente en USA para la revista First Things, en el que se establecieron doce grados para medir la religiosidad, señalaba que el segmento de población considerado más religioso (el llamado highly spiritually committed, que alcanzaba al 13% de la población) corresponde a "las personas más tolerantes, más inclinadas a realizar actos caritativos, más preocupadas por la mejora de la sociedad, y más felices".

    Y en cualquier caso, no se puede culpar a la Iglesia de todo lo que hace algún que otro católico más o menos intolerante. Te vuelvo a decir que son cosas de la vida, no de la Iglesia.