¿La fe católica no es demasiado exigente? 
Razones para obrar en la adversidad

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

  

Como ha escrito Daniel Innerarity, hay que celebrar, sin duda, la actual aversión hacia el moralismo austero de otros tiempos, o hacia los desproporcionados sentimientos de culpa, o al castigo injusto. ¿Pero es posible vivir rectamente sin una adecuada noción de culpa?

Es verdad que, habitualmente, la generosidad, la buena voluntad y el comportamiento correcto compensan más que el egoísmo. Y un cálculo de conveniencias –al menos a largo plazo– suele señalar habitualmente el camino de la virtud frente al del vicio. Pero esto no siempre es así.

Y son precisamente esas situaciones
en las que lo bueno se presenta
rodeado de inconvenientes,
y lo malo nos atrae
con todo su cortejo de beneficios,
es entonces cuando se comprueba
el valor y la categoría moral de una persona.

Una ética bien fundada debe ofrecer razones para obrar en la adversidad.

Ése es quizá el punto débil
de la ética simpática y desdramatizada:
que nos deja en la estacada
cuando más la necesitamos.

¿Quién no se ha encontrado en la tesitura de elegir entre pasar por un pobre escrupuloso o bien ceder ante el dinero fácil, la mujer del vecino, la comisión habitual o la seducción de la mentira?

Se trata de situaciones que pueden presentarse a cualquiera, antes o después, con mayor o menor frecuencia. En esos momentos, la tentación puede presentarse envuelta en una retórica de superación de prejuicios y estrecheces mentales. Y será mucho más fácil que nos engañe si el propio discurso moral se reduce a corrección, buena voluntad, decencia... y ni el más pequeño sacrificio.

El sacrificio
es el gran tema de la ética.

Es una ingenuidad pensar que se puede amar a alguien, repartir bienes escasos, respetar ideas distintas o proteger el medio ambiente... sin sacrificio.

Además, no basta con que la ética señale las exigencias mínimas indispensables para la vida social y democrática. Eso debe hacerlo, pero reducirse a eso sería un grosero reduccionismo, porque la ética es algo más que un tratado de buenas maneras o una variante del Código de la Circulación.