¿La fe católica no es demasiado exigente? 
No somos héroes

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

  

Quizá recuerdes aquella gran película protagonizada por Orson Welles que se titula El tercer hombre

Una gran noria gira lentamente sobre los tejados de una Viena de posguerra, bombardeada y ocupada por las fuerzas internacionales, mientras debajo, como puntos lejanos, unos niños se entretienen en sus juegos.

El protagonista de la película es un adulterador de penicilina sin escrúpulos. Desde lo alto de la noria, su amigo le pregunta si ha llegado a ver personalmente la desgracia de alguna de sus víctimas, y éste le contesta cínicamente:

—No me resulta agradable hablar de eso. ¿Víctimas? ¡No seas melodramático! Mira ahí abajo: ¿sentirías compasión por algunos puntitos negros si dejaran de moverse? ¿Si te ofrecieran veinte mil dólares por cada puntito que se parara, me dirías que me guardase mi dinero..., o empezarías a calcular los puntitos que serías capaz de parar tú? Y... libre de impuestos. ¡Libre de impuestos! Hoy es la única manera de ganar dinero...

—Antes creías en Dios –le recordó su amigo.

El protagonista reflexionó un momento y dijo:

—¡Y sigo creyendo en Dios, amigo! Creo en Dios y en su misericordia; pero creo que los muertos están mejor que nosotros: ¡para lo que han dejado aquí...!

 

Afortunadamente, son pocos los que llegan a ese grado de cinismo. Pero, salvando las distancias, todos corremos el riesgo de ser seducidos por esa especie de ética de la normalidad, cuyos eslóganes más emblemáticos podrían ser:

"No somos héroes", podría ser el santo y seña de los representantes de esta mentalidad. Una seducción que, de una forma u otra, todos experimentamos de vez en cuando. Y quizá entonces, como al tercer hombre, nos asalta ese pensamiento: "no nos pongamos melodramáticos", y apartamos la vista de aquello que no hacemos bien.

En esas ocasiones se comprueba
que para llevar una vida coherente y moral,
hace falta a veces
un cierto grado de heroísmo.

Para acabar con la esclavitud, o con la tortura, por citar dos ejemplos no muy lejanos, hubo un tiempo en que muchos hombres tuvieron que actuar con heroísmo. Y esto sería aplicable a cuestiones más sencillas, porque, realmente, pocos logros morales pueden alcanzarse si no se pone verdadero esfuerzo.