En solitario es muy difícil 

Sus amigos. Educación en la amistad y el compañerismo

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

  

Hay que acertar en esto de los amigos. Su influencia es muy poderosa, y a estas edades puede empezar a ser ya en algunos casos mayor que la de los padres.

Es un error, de entrada, dificultar que los hijos puedan hacer amigos. No se debe pretender edificar su cariño al hogar sobre los escombros de sus amistades personales. Las celotipias y los exclusivismos son siempre negativos a largo plazo. Los amigos y el ambiente familiar no son cosas contrapuestas. Es una pena privarle de la gran ayuda que supone el contar con buenas amistades.

Todos los casos que he conocido en los que los padres se enorgullecían de que sus hijos se pasaban la vida en casa, y que no echaban de menos tener amigos porque ya les tenían a ellos, han conducido finalmente a resultados insatisfactorios. A la larga, acaban por convertir al chico en un ser superprotegido y sin relaciones, que un día quedará indefenso y a merced del amigote ocasional o del aprovechado de turno.

Fomenta que tu hijo tenga muchos amigos, y buenos. Para lograrlo habrá que enseñarle a ser buen amigo, a tener detalles de preocupación por ellos, a cultivar la amistad sin instrumentalizarla para su provecho. Habrá que ingeniárselas para conocer a sus amigos y charlar distendidamente con ellos. E incluso, si es posible, con sus padres. Por ejemplo, dando facilidades para que los traiga a casa, o coincidiendo con esas familias con ocasión de cualquier acontecimiento deportivo, fiesta o excursión.

Los buenos amigos
son siempre
una gran ayuda mutua.

Recuerdo ahora el caso de un chico inteligente y trabajador, excelente deportista y querido en la clase, que un buen día sufrió una profunda depresión sin aparente causa externa. Algo poco corriente a estas edades, pero que a veces sucede. Sus padres estaban muy preocupados. Dejó de ir al colegio, sufrió diversas complicaciones y perdió la ilusión por todo.

Por todo, menos por un amigo suyo de la clase. Su madre comprobaba con asombro cómo su hijo únicamente salía de su hundimiento psicológico cuando este compañero suyo le visitaba o llamaba por teléfono, cosa que estuvo haciendo mientras duró la enfermedad, con una paciencia y sensatez que a cualquiera habrían parecido impropias de su edad.

Pasado un tiempo, con la adecuada medicación y la atención de todos, volvió a la normalidad. Su madre guardará siempre un agradecimiento muy especial a ese amigo de su hijo, porque está convencida de que esa ayuda fue la terapia más eficaz que recibió.

Toda una demostración del valor de la amistad, que puede servirnos de estímulo para fomentar que se rodee de amigos adecuados. Amigos que juegan un importante y silencioso papel en la educación.