En solitario es muy difícil 

Un buen colegio, pero no sólo eso

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

  

—Eso que cuentas de los buenos amigos está muy bien, pero el chico no se hace amigo de quiénes tú le digas...

Algo siempre se le puede hacer razonar de vez en cuando –sin cargar las tintas ni ser pesados– sobre qué tipo de amigos "le convienen". Tener amigos que apenas estudian, por ejemplo, lleva con facilidad a no estudiar. Y si son un poco golfos, no sería extraño que uno lo acabe siendo también. Aunque, por fortuna, también sucede al revés. Todos los que nos hemos dedicado a la enseñanza conocemos multitud de casos, en los que, por ejemplo, un buen amigo ayuda a ser estudioso a otro.

Se puede hablar con el chico de estas ideas, y puede entenderlo, aunque conviene respetar habitualmente sus preferencias, sin imposiciones directas, salvo casos de claro peligro. Los amigos son suyos, no nuestros, y son ellos quienes han de encontrar simpatía y atractivo entre quienes conocen para brindarles su amistad.

Está claro que no basta sólo con decírselo, y menos aún con simplemente desearlo. Pero hay muchos detalles prácticos que sí están al alcance de los padres. El chico tiende de por sí a seleccionar sus amistades, pero debes facilitárselo haciendo que se mueva en un ambiente en el que trate chicos que puedan hacerle bien. Si no, será casi imposible que haga buenos amigos. Los padres deben contar con esto siempre en sus decisiones.

—¿En qué decisiones?

Por ejemplo, a la hora de elegir colegio. El colegio juega un papel fundamental en su educación, puesto que es donde pasa casi todo el día y donde tiene la mayor parte de sus relaciones. Por eso es tan importante escoger bien dónde estudia, aunque suponga un sacrificio económico o un mayor tiempo de transporte. Sería una pena que una despreocupación en este punto echara a perder en las horas escolares lo que con tanto esfuerzo va aprendiendo en el hogar.

Y no sólo al decidir a qué colegio va, sino también a la hora de asumir el protagonismo que a los padres corresponde en la vida escolar. Por ejemplo, preocuparse de acudir a las reuniones para padres que allí se celebran, o visitar al tutor o a los profesores cuando sea preciso, aunque nos falte tiempo. Supone seguramente un sacrificio, pequeño o grande, pero merece la pena. Se verá siempre compensado por lo valioso del intercambio de impresiones sobre el chico. Así, la mayoría de los problemas –ya lo hemos dicho– podrán resolverse antes de que lleguen realmente a serlo.