Educación sexual 
El mundo interior. Algunos peligros

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

  

La imaginación del niño tiene una prodigiosa capacidad de entrada en su voluntad, pues su inhibición es restringida.

Toda idea
que pasa por su cabeza
tiende a traducirse en acto.

La excitación desordenada de las pasiones, sin control de la razón, contribuirán a hacer realidad aquel viejo adagio castellano de que "quien las imagina las hace".

El corazón sigue fácilmente a la mirada. Existen, por tanto, poderosas razones que llevan a comprender la necesidad de guardar una cierta disciplina mental. Como ha escrito Antonio Orozco, la mirada puede despertar elevados sentimientos y encender pasiones magníficas; pero también puede embrutecer el alma y disparar las pasiones de un modo sórdido. De ahí la importancia ética de seleccionar en lo posible los objetos del mirar.

En algún momento apropiado, se puede hablar al chico de los peligros de una posible falta de autocontrol sobre lo que se mira y se piensa. Y hacerle ver que hay imágenes y recuerdos que pueden llegar a tomar gran protagonismo en su memoria y obsesionarle. Si se lo sabes explicar bien (por ejemplo, con ocasión de dejar de ver una película que resulta ser inmoral, o al evitar un lugar poco recomendable), el chico entenderá lo sensato que es no entretenerse mirando determinadas cosas.

Si ha aprendido a esforzarse por hacer lo que entiende que debe hacer, y no tiene el me apetece como norma de vida, comprenderá la necesidad de luchar contra la tentación y de acostumbrarse a decir que no a lo que no le conviene. Así se curtirá y vencerá los impulsos desordenados de la pasión. Si no aprendiera a controlarlos, se desequilibraría su vida afectiva y eso le llevaría también a ser menos libre.

No se trata de hablarles obsesivamente de los peligros de mujeres malas, ni de plantearlo como prohibiciones negativas.

Se trata de hacerles vislumbrar
la relación entre el sexo
y el amor a la mujer
que será madre de sus hijos.

Si no domina sus pensamientos, es muy probable que acabe claudicando, porque es evidente que quien se entretiene con pensamientos o deseos inmorales acaba cayendo en actos y episodios inmorales, tarde o temprano.

Otra cuestión sobre la que quizá no pregunte, pero que puede ser interesante tratar, son las erecciones espontáneas. A esta edad se producen con facilidad, muchas veces por causas extrasexuales desconcertantes para él. Quizá al trepar por una cuerda o practicar un deporte que le supone un esfuerzo físico importante; otras veces, sin aparente motivo externo. En ocasiones responderán directamente a una excitación sexual provocada por una conversación, o por pensamientos o miradas que desencadenan un efecto inmediato. Debe entonces comprender la conveniencia –ya lo hemos dicho– de mantener la imaginación bajo su propio dominio y no dejarse arrastrar por ella.

—Otra cosa. ¿Es verdad que esta edad es propicia para desviaciones de algún tipo?

Es una cuestión extensamente estudiada por psicólogos y psiquiatras. No es incorriente que un chico de esta edad experimente una confusa atracción por ambos sexos. No suele tener importancia. Puede ser incluso una simple curiosidad mal contenida. El peligro está en que esas leves tendencias infantiles cristalicen en algo serio por culpa de su falta de capacidad de corregirlas, cosa que puede suceder si no tiene cierto dominio sobre su propio impulso sexual. "Una prueba más –en palabras del doctor Vallejo-Nájera– de lo sanísimo de la educación de la castidad y de lo que ayuda a superar los problemas de la edad. En cambio, la pretendida libertad sexual, esa sí que llena de pacientes la consulta del psiquiatra".