Educación sexual 
El síndrome de "leerle unas instrucciones"

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

  

Hablábamos de informarle con verdad, a fondo, incluso con los términos más exactos que sea posible. Pero no es cuestión sólo de explicarle todo de modo aséptico, como si fuera una información técnica, haciendo las veces de una enciclopedia.

Tan grave es el angelismo de las explicaciones irreales e ingenuas, como el error opuesto, que se limita a un biologismo puramente técnico, como quien hablara de la síntesis de la glucosa en el hígado o de la circulación de la sangre. Es obvio que son temas que requieren un tratamiento distinto.

No podemos reducir la formación afectiva y sexual del chico a una instrucción sobre el comportamiento fisiológico de los órganos sexuales, como si se tratara de una simple información biológica sobre el aparato sexual masculino y femenino y de su funcionamiento, y de cómo se origina el ser humano, o cómo nace. Para eso hace falta poco ingenio. Hay que hacerlo, desde luego, pero quedarse en eso sería olvidarse de la trascendencia de su maduración afectiva, por la que llegará a ser dueño de sí y aprenderá a comportarse correctamente en sus relaciones con los demás. Lo que requiere arte y tiempo es formar correctamente, no simplemente informar.

—Pero será bueno que reciba una información científica, neutra...

Depende que cómo se le dé. Para empezar, no está claro que exista un enfoque neutro. Luego, cabría considerar si esa supuesta neutralidad es positiva, porque sería como reducir la educación sexual a leerle unas instrucciones de manejo de los órganos sexuales.

Vender a la juventud
la idea de la sexualidad
desligada de
la educación en el amor,
es un engaño.

—De acuerdo, pero también es que antes había mucho tabú...

Es verdad, pero sería una pena pasar del error del tabú al extremo opuesto, porque es difícil saber qué saldría peor. No hay que olvidar que precisamente en los ambientes de mayor desinhibición sexual es donde aparecen más trastornos o desequilibrios psíquicos y afectivos.

A esos desequilibrios contribuyen algunos textos escolares o libros divulgativos de información sexual que, al presentar cruda y torcidamente la realidad, producen en el chico fuertes impresiones y curiosidades, para las que no está preparado y que fácilmente le conducen a costumbres negativas para su educación sexual.

Por ejemplo, uno de los textos escolares más difundidos a estas edades, facilita a los jóvenes lectores todo género de detalles y recomendaciones sobre las prácticas sodomíticas, defendiendo que "no son de ordinario permanentes ni dañinas". Y los chicos se ven obligados a estudiar y memorizar estos textos, y son evaluadas sus respuestas en los exámenes.

—Bueno, pero en el colegio al que va mi hijo no existen esos textos. Yo no tengo esa preocupación.

Sí, pero eso no quita que debas preocuparte de su educación sexual, porque probablemente reciba muchas otras influencias. Pueden llegarle a través de la televisión, de las revistas que tienes en casa o que le enseñan sus amigos, de internet, o de muchos otros sitios.

Son imágenes y fantasías sexuales que le llegan con frecuencia y que acaban por hacer sentir su peso. A partir de ellas, el chico elabora su patrón de comportamiento sexual, tomando como modelo esas imágenes que ha visto en las películas o cintas de vídeo, en internet, en una revista pornográfica, o a través de lo que recuerda de los personajes de un libro o cómic que ha leído. Hay que proteger un poco al chico del asedio de la pornografía, porque, como veremos, tiene una relación bastante directa con el comportamiento sexual.