Educación en la fe 
¿Por qué luego pierden la fe?

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

  

—Lo que no quiero es que con este me pase como con el mayor... que, al principio, bien; con las primeras crisis de la adolescencia empezó a enfriarse y, ahora, a los veinte años, es agnóstico por completo.

¿Y has pensado sobre las causas de ese abandono progresivo?

—Por supuesto. Lo hemos hablado con algunos matrimonios amigos nuestros, y no somos los únicos a quienes nos pasa. Es bastante corriente. Siempre acabamos concluyendo que esas crisis de fe de la adolescencia se deben a que no hemos acertado en algo durante los años anteriores.

¿Has pensado si el problema no será que le falta consolidar las virtudes básicas para poder vivir las exigencias de la moral cristiana?

—¿Has dicho exigencias morales... a los diez o doce años?

Acabamos de hablar de que a esas edades el chico tiene una conciencia suficientemente clara de lo que hace mal. Y la fe puede perderse por muchas causas, pero tal vez la que ejerce una influencia más fuerte sea el propio desorden moral. Si falla el comportamiento moral, es fácil que la voluntad se oriente al mal y la fe acabe por resentirse. Por eso la fe está en cierta manera condicionada por las disposiciones morales.

Y por eso no basta con que conozca a fondo la fe, sino que ha de consolidar las virtudes personales.

De lo contrario, aprende la teoría
pero no tiene luego resortes
ni fuerza para llevarla a la práctica,
y acaba por rechazar la teoría.
Si no vive como piensa,
acabará pensando como vive.

Esto es importante, porque a veces su futuro problema de fe no será problema propiamente de fe, sino, a lo mejor, de:

Cuando un chico que ha recibido una buena formación doctrinal pierde la fe y no se encuentran razones directas claras, habría que examinar si esa fe estaba fundamentada en virtudes humanas firmes: generosidad, fortaleza, sinceridad, lealtad, templanza, orden, laboriosidad, constancia, etc.