Educación en la fe 
No ser pesados. Práctica de la fe en la familia

Autor: Alfonso Aguiló Pastrana

Sitio Web: interrogantes.net

 

  

No es necesario hablarles constantemente de Dios. Si hay fe, los hijos irán creciendo en ese ambiente y comprenderán bien las realidades sobrenaturales. Y eso es lo importante: que el hogar esté vivo y que los padres hablen de Dios a los chicos con su propia vida.

La instrucción religiosa ha de discurrir por caminos positivos. No quieras resolver los pequeños problemas domésticos diciendo al chico: "te va a castigar Dios", o "te irás al Infierno", o "eso que has hecho es un pecado gravísimo", porque por esas trastadas infantiles no se va la gente al Infierno. Ya dijimos que había que hablarles del pecado, pero sin atosigarles con la falsa y tonta idea de que todo es pecado.

Tampoco se puede poner el demonio a la altura de las brujas, duendes o fantasmas. El Infierno es una realidad seria que, sin dramatismos tontos, los chicos deben conocer.

Igual sucede con el Cielo, que a veces los chicos –cuando no se explica bien– pueden asimilar a algo estático y aburrido. Algunos padres identifican la bondad con la quietud, y ese "estate quieto, sé bueno" aburre soberanamente a sus hijos, que, afortunadamente, están llenos de vitalidad. El "estate quieto, sé bueno", me contaban en una ocasión, cansaba tanto a aquel muchacho, que terminó por preguntar: "Mamá, ¿y en el Cielo..., también tendremos que ser buenos?".

Debemos hablarles de Dios
de modo grato y atractivo,
no reiterativo y tedioso.

No se puede usar de Dios según nuestro mezquino interés. No se puede invocar el nombre de Dios para que el niño se tome la sopa o para que baje a hacernos un recado. La realidad de Dios es algo que conviene hacerle descubrir y querer, no un instrumento con el que golpearle en la cabeza a nuestro antojo. Actuar así llevaría a deformar su conciencia y sembrar de sal el fértil campo de su fe infantil.

No se trata de atosigarle con lecciones profundas e incesantes. La mente del niño se ha comparado al cuello de una botella. Si se intenta meter gran cantidad de líquido en poco tiempo, se desborda y se derrama. En cambio, gota a gota, despacio, pero con constancia, pronto se llena de sabiduría.

—¿Y qué prácticas cristianas puede hacer a esta edad?

No es fácil dar normas fijas. Puedo darte algunas ideas con la exclusiva finalidad de sugerirte algo de lo muy diverso que se puede hacer. Es bueno que las devociones sean pocas, pero serias y constantes.

Las familias cristianas no deben olvidar que los padres son los primeros educadores en la fe y que, por tanto, es necesaria una catequesis familiar en la que, con una periodicidad establecida –semanal, por ejemplo–, los padres vayan cumpliendo con esa obligación, que no deben abandonar en manos únicamente del colegio o la parroquia.