Católicos frente a escándalos

Autor: Alejo Fernández Pérez   

alejo_fp@terra.es

 

Un laico, Martín Zavala M.P.D. en   www.defiendetufe.org con su escrito “Madonna, Britney, Christina, El Lesbianismo se enfrenta decididamente a una de las características más penosas de los católicos actuales: aguantarlo todo sin rechistar , calladitos para no molestar, no sea que nos tomen por intransigentes y dogmáticos los que no admiten más ideas que las suyas. Le felicito Señor Martín. Con su autorización procuraré extender sus ideas a un público que no es el de Internet, y a unos “católicos” que dudo  debamos continuar llamándonos así.

Todo católico “verdadero” sabe que Cristo  y María, son padres suyos. También sabe que  estan siendo atacados con ferocidad en todas partes, y por muchas personas.¿ Qué pensarían unos padres, si sus hijos se cruzan con ellos, los miran de reojo, pasan sin decirles ni ¡hola! ; y les dan los espalda,  mientras unos mozalbetes maltratan o se burlan groseramente de esos padres? Seguro que pensaríamos que, para estos hijos,  habría que inventar el infierno, si no existiese. Pues existen estos hijos y existe el infierno, y algunos lo comprobarán tras su muerte.

A Jesús y a María, a nuestros padres,  se los está contínuamente ofendiendo de muchas formas. Veamos algunos casos:

Hace algunos días en la entrega de los premios MTV Music Awards, mientras Britney Spears y Christina Aguilera cantaban se les unió Madonna . En  cierto momento Madonna beso a Britney y a Christina como si fuesen lesbianas. Este espectáculo, como otros miles parecidos,  entró en millones de hogares de todo el mundo, lo vieron  millones de personas, niños y mayores de toda condición, con los efectos consiguientes. ¿ Hubo alguna reacción en contra?

Lo realmente grave no es que ellas hagan propaganda de su lesbianismo. Incluso que presuman de ello. Democráticamente tienen sus derechos. Si alguien quieren besarse como lesbianas, actuar como bisexuales, tener relaciones entre varios o acostarse con un perro, esa es su vida. Nosotros no debemos juzgarlas. “Como juzgues serás juzgado…” Lo grave es que esto se haga sin que los católicos, democráticamente también, nos atrevamos a señalar públicamente que eso es un escándalo, una porquería, una basura que hace mucho daño a los niños y a las almas sencillas. Ya se preocupan ellas que esta basura no contamine a sus hijos. Los ajenos no importan.

Millones de personas que dicen creer en Dios, callan y no hacen nada por cambiar todo esto. Incluso aplauden y sonrien para “ir con la corriente”. ¿ Qué hay de malo? Esto lo hacen todos, exclaman. Locutores de radio, periodistas, lideres religiosos, programadores de TV, y católicos corrientes se han olvidado de  la doctrina de Cristo y muchos han terminado creyendo que todo esto es bueno y está permitido, mientras acentúan su fariseismo afirmando creer en Dios. Por supuesto, todos cobran a final de mes la paga de Judas.

Las formas modernas de incitar al pecado patente , encubierto o subliminal, tenga el nombre que tenga: lesbianismo, homosexualidad, infidelidad matrimonial, corrupción de mujeres o menores, evasión de impuestos; pornografía, uso de métodos abortivos;… se han extendido como un cáncer en nuestras sociedades opulentas. Lo “progre” consiste hoy en defender, legalizar , presumir y jalear estas actitudes, ante la pasividad , complacencia o cobardia de la mayoría de los católicos y no católicos.

La solución está, como siempre,  donde nadie quiere verla: en Cristo. Ya es hora de proclamar la Verdad sobre Jesucristo, sobre el hombre y sobre la Iglesia. No olvidemos que el silencio puede ser un grave pecado de omisión. El  Evangelio no se impone, se propone , pues la Verdad siempre termina imponiéndose. Ya es hora de que los católicos pasemos a la ofensiva. Nuestra armas son temibles: El Amor y la Cruz, los sacramentos y la oración.

¿Dónde están esas costumbres antiguas que mantenían viva nuestra fe? Recordemos como al pasar frente a un templo nos quitabamos el sombrero y hacíamos la señal de la cruz como signo de respeto;  como a las 12:00 am parábamos el trabajo, rezábamos el Angelus mientras  tañian las campanas; como se acostumbraba a rezar el rosario en familia, y como nuestros mayores bendecían la mesa antes de comer, y daban gracias después. Hoy nos avergonzamos de estas muestras de cariño.. El ambiente nos domina y no sabemos reaccionar. Cristo dijo: “de aquellos que se avergüenzan de mi, yo me avergonzaré de ellos en el Reino de los Cielos”

Mientras tanto, todos los que reniegan de Cristo y su docrina actúan con descaro, sin complejos, mirandonos por encima del hombro y presumiendo de sus obras. Además, ante la pasividad de los cristianos, impunemente, el borracho sin ningún pudor invita a sus amigos a emborracharse;  el drogadicto no lo oculta y trata de crear prosélitos; la prostituta sale en programas de televisión alardeando de su condición; los homosexuales salen del armario y quieren un aplauso.  El deshonesto cuenta a sus amigos como engaña a su esposa. Las jóvenes presumen de no ser vírgenes,  y Madonna en compañía de Britney Spears y de Christina Aguilera, sin vergüenza alguna, hacen su show de lesbianismo con el aplauso de muchos y el silencio de otros…en nombre de la libertad.

¿Qué podemos hacer? Empecemos por cambiar de canal en la TV; después llamar a la empresa por telefóno o mandarles un e-mail tachándolos de puercos,  dejar de comprar su música, escribir a las casas anunciadoras de esos programas amenazándolos con no comprar sus productos.   De paso, dejemos bien claro y con energía  ante los que nos rodean que no debemos tener contemplaciones con los indecentes ni con quienes les aplauden. Hemos levantado tanto la mano, hemos contemporizado tanto con el pecado, que el diablo se debe estar tronchando de risa. Las sectas cuando se las atacan responden inmediatamente, ¿ Y nosotros?

Pero ¿ Somos o no somos católicos? Si lo somos, vamos a dejarnos de cambalaches, de pamplinas,  de medias tintas,  y a vivir orgullosa y descaradamente como católicos. Si los católicos nos decidiéramos a vivir como tales, en muy poco tiempo acabaríamos con la degradación moral que nos envuelve.

Esto requiere, en primer lugar, conocer a nuestra religión. Pásese por su parroquia y hable con el sacerdote. Déjese guiar ¡ No le de vergüenza! Se juega la eternidad. Un católico que desconoce su fe es una hoja que se mueve al capricho de cualquier viento. Es fácil presa del primer charlatán.  Una persona bien formada está vacunada contra todas estas estupideces. ¡ Qué fácil se lo hemos puesto a las sectas destructivas!.  Una persona que utiliza esas poderosas armas que son  los sacramentos, que confiesa, que comulga, que reza  adquiere el valor que se precisa para ser un buen Católico, y para no dejarse engañar por el listillo de turno. Cierto que el cristianismo no está hecho para los cobardes y los tibios;  hace falta mucho coraje para “pasar por la puerta estrecha”; pero con la ayuda de Dios, y pidiéndolo con humildad, ¡sí que podemos!

Los ejércitos van a la guerra con moral y con el debido entrenamiento. ¿Y creemos nosotros, soldados de Cristo, que podemos combatir a los escándalos y vencer en la guerra contra el mal, sin la adecuada formación?