Hablo el Cardenal cubano

Autor: Alberto Muller

 


Hacía mucho tiempo que muchos esperaban que hablará el Cardenal cubano…para algunos el mensaje fue tardío y calculador…sin embargo, para otros <tal vez la mayoría en intramuros y en la diáspora> el documento pastoral mostró ser oportuno, histórico, incisivo, medular y del corage típico de los cristianos verdaderos...


“No hay Patria sin virtud”, en una clara referencia a la amoralidad característica del sistema comunista imperante en Cuba, es el título de la Carta Pastoral del Cardenal cubano Jaime Ortega Alamino dirigida a todos los cubanos de buena voluntad y en ocasión del 150 aniversario de la muerte del Padre Félix Varela, el Santo Cubano, según profetizara José Martí.


Si la Constitución de 1940 fue para los cubanos, sin lugar a dudas, el documento legislativo y jurídico más integrador de voluntades en la historia de esa isla caribeña…aunque posteriormente haya sido pisoteado por los que dirigieron los destinos del país hasta el presente…hoy la Carta Pastoral del cardenal Ortega Alamino se convierte en el documento ontológico más radical, y moralizante en la historia cubana del último siglo.


Transitemos por los aspectos más culminantes y trascendentales del documento pastoral, para de esa forma entender la crisis de quebraduras <honda e hiriente> por la que atraviesa con estoicismo singular el pueblo cubano.


El Cardenal Ortega, en un acierto por distinguir valores jerárquicos ante un país desvalorizado en todos sus costados, comienza la Carta Pastoral poniendo a Dios en el primer plano de todo el marco existencial. 


Y sin dilación le pide a su pueblo “que piense en cubano a través del amor”.
He aquí entonces las cuatro ideas fuerzas que se entrelazan para marcar desde el inicio, el alcance histórico y liberador del documento:
Dios, Pueblo, Nación y Amor…
Después la Carta Pastoral del prelado se adentra en distintos escenarios de la vida nacional cubana:
A los jóvenes los llama para que opten por la virtud, en lugar de dejarse llevar por el materialismo imperante en el país, de por si egoista y plancentero.
Inmediatamente el documento define que la misión de la Iglesia de Cristo es sembrar esperanzas y que su objetivo temporal y espiritual es el bien de los pueblos.


La familia es la piedra angular de la sociedad, reafirma el cardenal, y el derecho de la familia en educar a sus hijos es inalienable.


Pero la Carta Pastoral, en una muestra de coraje singular, se adentra a denunciar la pobreza imperante en Cuba y la angustia infinita que esta genera entre los ciudadanos.


Entonces el Cardenal hace una denuncia cívica al señalar que esta es la causa de la fuga constante de los cubanos que prefieren emigrar, aunque sea en frágiles balsas, antes que soportar las tinieblas de la pobreza en su propia tierra.


Sin embargo, el documento pastoral reserva para el final su momento cumbre, cuando sin vacilación alguna reclama sin rodeos al “castrismo” que ha llegado la hora de pasar del “Estado justiciero que ajusta cuentas y exige sacrificios…al Estado misericordioso que sea capaz de tender la mano compasiva”...


La Carta Pastoral cierra haciendo un llamado a educar a los jóvenes para la libertad…y eso implica pensar libremente para tener la posibilidad de asumir posturas éticas.


Definitivamente “No hay Patria sin Virtud” es un documento ontológico digno de la memoria del Padre Félix Varela en el 150 aniversario de su muerte.
Al amigo lector lo estimulo a leerse este documento valiente, radical y moralizante del Cardenal cubano Jaime Ortega, pues en sus líneas va a encontrar las causas de los males de quebraduras que acosan sin piedad a Cuba y los elementos sugerentes básicos para la liberación del país.