Concierto de Música Cristiana 

<Alabad a Dios con címbalos sonoros>

Autor: Alberto Muller 

 

 

Alabar a Dios en su infinita misericordia es el acto de libertad más íntimo, sublime y agradecido del ser humano con su creador...


La noche del viernes pasado la majestuosa Iglesia del GESU <todo un monumento a la cultura de la fe cristiana> en el centro de la ciudad de Miami se colmó de un público selecto que asistió al concierto “DOS MIL AÑOS DE MUSICA CRISTIANA”, patrocinado por la Agrupación Católica Universitaria, en celebración del Jubileo por el Tercer Milenio del Cristianismo. Ni un asiento quedó vacío en la Iglesia.


Y el eco acogedor de las voces maravillosamente acopladas del reconocido coro St. John Newman Festival, bajo la dirección profesional de Gregory D. Sendler, inició el programa cantando “Jesún, Dulcis Memoria” <un himno griego del año 200 después de Cristo en su versión latina>. que recorrió milagrosamente todos los resquicios del templo convertido en teatro para reafirmar que al Dios hecho hombre para redimirnos de nuestros pecados hay que alabarlo cotidianamente tanto en el dolor como en las alegrías.


Seguidamente el teatro se conmocionó con la interpretación del “SALVE REGINA”. Las voces del coro colocaron en el corazón de cada uno de los asistentes el amor dulce, bondadoso y co-redentor de la Virgen María.


Pero faltaba la otra gran sorpresa de la noche que llegó en la segunda parte del programa con los acordes melódicos de la Orquesta Sinfónica de Miami, bajo la dirección virtuosa del Maestro Manuel Ochoa, que interpretó entre otras:
“GLORIA IN EXCELSIS DEO” de Antonio Vivaldi (1678-1741), el famoso e inolvidable “ALELUYA” de Handel (1685-1759). Después llegó el turno de la “FUGA” DE Bach (1685 –1750), una de las obras más sublimes y originales de este autor por su armonía y fuerza espiritual.


Y la noche del viernes también se colmó de recuerdos y evocaciones milagrosas cuando las voces del coro y los instrumentos de la orquesta se unieron para interpretar el “ALLELUIA” de Mozart con la actuación especial de la voz angelical de la soprano Kathleen Bell y como solista el virtuoso Cristian Macelaru al violín.
Entonces llegó la parte final de evento de por sí estremecedor, enriquecedor y jubiloso con el “SALMO 150” de Cesar Frank (1822-1890), una obra solemne de alabanza Dios: “Alabadle en su santuario...alabadle con citara y salterio...alabadle con danza y pandereta...alabadle con címbalos sonoros...”
Y las dos obras cumbre de la noche antes de bajar el telón: el “SAN MIGUEL ARCANGEL” de Ottorino Respighi (1879-1936), que fue como un canto aleccionador escalofriante <casi un recordatorio> por toda la violencia destructiva del mundo actual olvidando la mirada bondadosa de Dios.


Y llegó el “HALLELUJA del MONTE DE LOS OLIVOS” de Beethoven (1770-1827), bajo la brillante interpretación de Harold D. Henry y Francisco Muller como organistas consagrados acompañando a la orquesta. Esta obra logró una conversión maravillosa de todos los asistentes al sentir en las vibraciones musicales que Jesús salía triunfante de su doloroso ofrecimiento en Cruz para redimir los pecados de todos y dejar marcadas las huellas de la salvación en la historia...


Gracias a la Agrupación Católica Universitaria y al Padre Amando Llorente, su director, por tan encomiable esfuerzo en espera del Tercer Milenio...gracias a todos los intérpretes...gracias mil a la Iglesia del GESU.


Tal vez sea acertada la sugerencia que en víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción todos los años, la ciudad de Miami ávida de gestos de crecimiento cultural tenga en su schedule un concierto de esta naturaleza para alabar a Dios con címbalos sonoros bajo el auspicio emtusiasta de la Agrupación Católica Universitaria.