Hablemos de la Iglesia Católica

Autor: Alberto Muller 

 

Quiero dedicar esta viñeta periodística a mi colega Andrés Reynaldo, que emitió recientemente una opinión sobre la Iglesia Católica cubana, que considero inapropiada y hostil, por no ajustarse con fidelidad a la verdad histórica.
Valorar la conducta actual de la Iglesia Católica cubana ante el totalitarismo comunista en Cuba, como una actitud de "cobardía colaboracionista", no me parece que se corresponde con el sacrificio que con entera humildad ha ofrecido en el pasado y en el presente, esa comunidad del catolicismo ante los desafueros opresivos del comunismo castrista.


Intentar comparar la actitud de la jerarquía católica cubana con sus pares latinoamericanos, como hace Reynaldo, es como comparar zapotes con manzanas, pues la realidad en todos los países del continente, incluida Venezuela, no se parece un ápice con la realidad totalitaria y estalinista que el castrismo ha impuesto en Cuba a golpe de fusilamientos, abusos, encarcelamientos y turbas a puertas de residencia.


Pero además, acusar a la Iglesia Católica cubana de "dialéctico angelismo" me parece un irrespeto innecesario, teniendo en cuenta todo el trabajo religioso, humanitario y social que realiza esa institución en la isla en forma callada y cotidiana.
Además de todo el heroísmo que sus hombres y mujeres han desplegado generosamente durante las casi cinco décadas de comunismo en Cuba.


Pero vayamos por etapas para poder ser más preciso en este hablar sobre la Iglesia Católica:
¿Cómo se explica Andrés Reynaldo que una institución colaboracionista, según él, como la Iglesia Católica, acabe de sufrir una profanación violenta y agresiva en la Parroquia de Santa Teresita en Santiago de Cuba, por parte de las fuerzas policiacas del castrismo?


Todavía reciente está fresca en la memoria de los cubanos la Carta Pastoral del Cardenal cubano Jaime Ortega Alamino en ocasión del 150 Aniversario de la muerte de Félix Varela, en donde denunció la pobreza imperante en Cuba y la angustia infinita que esta genera entre los ciudadanos, señalando que esta es la causa de la fuga constante de los cubanos que prefieren emigrar, aunque sea en frágiles balsas, antes que soportar las tinieblas de la pobreza en su propia tierra.
Tal vez el colega Reynaldo desconozca que la Iglesia Católica cubana mantiene un activo trabajo social sobre las necesidades materiales del pueblo cubano, con la actuación humanitaria de la organización CARITAS.


En otro ángulo, la acción pastoral de la Iglesia Católica en las prisiones, visitando a los presos y aliviando las necesidades de sus familiares, es reconocida en todos los rincones de la isla.
Y otra de las obras más hermosas de esa Iglesia Católica es su acción pastoral de la salud, atendiendo a cientos de miles de cubanos aquejados de enfermedades infecciosas y terminales. Trabajo este que los propios centros de salud oficial prefieren no realizar por lo contagios.


No se debe olvidar, que mientras muchos cubanos se refugiaron aterrorizados en la marea populista de Fidel Castro en los primeros años de la revolución, las Cartas Pastorales del episcopado católico cubano, denunciaron el peligro comunista que se cernía sobre Cuba con un coraje ejemplarizante.


Cuando Virgilio Campanería, entre otros, se paró ante el paredón de fusilamiento y estremeció la conciencia nacional cubana con los gritos de Viva Cristo Rey, Viva el Directorio Revolucionario y Viva Cuba Libre antes de morir, era la voz de un hombre grande de la Iglesia la que hablaba, que representaba a todo ese cuerpo de la Iglesia maltratada y martirizada.
¡Cómo olvidar de aquella etapa primeriza del proceso totalitario castrista, las voces de Monseñor Eduardo Boza Masvidal, de Monseñor Enrique Pérez Serantes, de Monseñor Evelio Díaz, o de los dirigentes seglares como Andrés Valdespino, Ángel del Cerro y José Ignacio Rasco por mencionar sólo a algunos!
¡Cómo olvidar la homilía vibrante y crítica de Monseñor Pedro Meurice durante la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba!
¡Cómo olvidar el heroísmo de los sacerdotes Loredo, Lebroc, Rojo, Macho, Santana y Conrado, por mencionar a un grupo menor lleno de coraje!


Que se han vista voces más apagadas y discretas dentro de la Iglesia Católica, no lo negamos. Que en ocasiones hubiese sido preferible una afirmación crítica más enérgica ante un hecho impositivo y criminal por parte del régimen castrista, es cierto.


Pero de ahí a decir que la Iglesia Católica es colaboracionista me parece una exageración tremendista por parte del colega periodista, teniendo en cuenta el rosario de presos católicos que aún guardan prisión; los cientos de miles de católicos que fueron maltratados y perseguidos; las decenas de católicos que murieron en el paredón de fusilamiento; los sacerdotes injustamente expulsados en masa de la isla; la multitud de católicos que tuvieron que abandonar el país; las voces de protestas en las Cartas Pastorales del episcopado y desde el púlpito las voces erguidas de los curas de las parroquias.
El hecho de que el colega Andrés Reynaldo y otros quisieran una actitud más beligerante a la que ha mostrado la Iglesia Católica, no creo que les otorgue el derecho a una declaración tan injusta e irrespetuosa contra ella.


La Iglesia no es política, no debe inmiscuirse en política, no debe caer en la tentación de la política. La misión de la Iglesia es la de salvar almas y dar refugio espiritual para dar testimonio de la palabra de Dios.
Existe erróneamente la tendencia contemporánea, muy extendida, de pedirle objetivos políticos a la Iglesia, que los solicitantes no son capaces de realizar.
Y eso no es justo ni elegante.