Domingo V de Cuaresma, Ciclo B

Cambia de mentalidad

Autor: Padre Alberto María fmp  

 

 

Anotaciones a las lecturas: 

Jr 31,31-34;  Sal 50, 3-4.12-13. 14-15;  Hb 5, 7-9;  Jn 12,20-33  

Nunca como en el marco de la actualidad, el hombre ha vivido con tantas cargas hipotecarias y préstamos,  que van matando y dominando sus vidas, mes tras mes, a veinte, treinta años vista...

Por ello muchas veces cuando escuchamos palabras como las de la primera lectura: «Yo voy a hacer una Alianza nueva, que no es como la primera», a veces nos cuesta de entender el significado de la Alianza porque –espontánea y naturalmente, de manera inconsciente- se nos viene al pensamiento la idea de la hipoteca. No es algo buscado o querido si quiera, es algo subliminal y da la impresión de que eso es así porque la hipoteca cuesta y es una carga pesada a veces difícil de sobrellevar. Por ello, en ocasiones, pensamos que la alianza con el Señor es también una carga pesada difícil de sobrellevar. Algo como si no fuera con nosotros. Es muy duro, el Señor pide mucho, como si el Señor nos aplicara ese interés variable al alza de las hipotecas y lo fuera aplicando a la Alianza sellada por Dios con nosotros. Sin embargo, está claro que no podemos comparar ni por asomo la hipoteca y la ley o la práctica de los créditos, con el significado de la Alianza.

El Señor sella con nosotros una Alianza sin intereses, sin plazos y sin ninguna contribución por parte nuestra. Una Alianza en la que -como dice el profeta Isaías- El carga sobre Sí todas nuestras cargas. Este es uno de los pilares de la Alianza que Dios sella y de la que habla el profeta: Dios carga sobre Sí todas nuestras cargas. Eso nos es difícil de entender. La teoría no, pero la vida que de ello emana sí nos es difícil de comprender, porque –automáticamente- en el substrato de nuestro pensamiento está el interés al alza y los gravámenes de los impuestos, de los créditos y de las hipotecas.

No creemos que el Señor sea gratuito. Estamos convencidos de que el Señor siempre pide algo a cambio porque los Bancos también lo piden. Y los poderosos también lo piden. Y porque nosotros también lo pedimos. Así las cosas, nos cuesta pensar que la vida está en la gratuidad y que es posible una Alianza gratuita donde Dios lo pone todo y a nosotros solamente pide -por decirlo de alguna manera- que lo acojamos a El, que acojamos su Palabra y y que nos dejemos conducir por el camino que lleva sin duda ninguna a la Vida.

El beneficio es nuestro. No hay cargas, no hay impuestos, no hay hipotecas. El coge todas nuestras cargas para que podamos vivir en paz. Y para que podamos vivir en paz en este mundo y podamos vivir en paz en el mundo venidero.

Pero eso nos cuesta entender. Por eso año tras año la Iglesia a través de la Palabra del Señor nos va recordando lo que es esencial para nuestra vida. Es como cuando alguien se casa y comienza los preparativos; pero en este caso el que “se casa” es el Señor y El nos va preparando a nosotros para que podamos llegar y acceder al banquete nupcial. Y en esa preparación el Señor nos va diciendo: Cambia de mentalidad. No juzgues las cosas de Dios como juzgas las cosas humanas. No pienses en Dios según tu propia vida ni según tu propia experiencia. Tu propia vida es bastante egoísta y tu propia vida se ciñe en un ámbito bastante egocéntrico. Así no pienses de Dios porque nunca lo conocerás, nunca llegarás a verlo. Vivirás en el error. Y sin darte cuenta, sin pretenderlo directamente, en lugar de aceptarte te vas a ir alejando, porque estás equivocado. Cambia de mentalidad.

En domingos anteriores nos decía el Señor: Cambia de actitud. Hoy nos insiste en algo que también es esencial, no solamente la actitud, sino la mentalidad, el cambio del punto de referencia. Tendemos a copiar algo o a hacer algo porque tenemos un determinado punto de referencia. A Dios no lo entendemos, ni entendemos muchas veces su Palabra, ni su ofrecimiento... porque tenemos el punto de referencia errado. Cambiemos, pues, de mentalidad. No pensemos como hombres, pensemos como Dios.

Cambia de mentalidad porque solamente en ese caso, solamente entonces podrás cambiar también de actitud. Solamente entonces podrás ponerte y detenerte ante Dios -y ante El- podrás contemplarle y saber y conocer cuanto El dice y cuanto El habla, cuanto El expresa y cuanto El te ofrece.

Será entonces cuando se llevará a cabo en nosotros esa nueva Alianza que Dios hace con nosotros y esa Alianza que es y quiere ser definitiva. Y es definitiva porque ya está hecha para siempre. Y quiere ser definitiva porque espera nuestra ratificación personal. Espera que nosotros la ratifiquemos de una vez para siempre y que seamos consecuentes y que -salvando todas las distancias- de la misma manera que pagamos la hipoteca del Banco cada mes -porque sino nos embargan la casa- seamos también rigurosos en poner en práctica esa Alianza con el fin de que la vida de Dios no falte nunca en nuestros corazones. El no nos embargará nunca nuestras propiedades. Pero guardemos esa Alianza para que nunca falte en nosotros la vida de Dios.