"Villetes", tarjetas, "crismas"

Autor: Adolfo Carreto         

 

Al principio, y en nuestra lengua, las tarjetas de felicitación navideña no se llamaban tarjetas, mucho menos crismas. Su nombre era “villetes de pasquas”. En algunos manuales antiguos también aparece el nombre de “misiva”.

     Esta costumbre de felicitar con “tarjetas” arranca en el siglo XVI. Claro, no en la forma tan masiva y masificante de hoy día, pero ya de esa data tenemos testimonio de utilización de “imágenes de papel” para felicitar las  Pascuas navideñas. Esas imágenes de papel habían sido grabadas según la técnica de la xilografía, una técnica sumamente costosa y, por tanto, no al alcance del vulgo. Habría primero que grabar el motivo en madera, lo cual constituía ya un arduo trabajo, a la vez que una obra de arte. Esa grabación en madera se entintaba para que, posteriormente, quedara impresa en el papel. Algo parecido a los “sellos” de hoy día.

     Quienes podían felicitar regalando estas “imágenes de papel” eran personas de alta posición social. Hay noticias de que uno de los personajes más aficionados a este tipo de felicitaciones fue el arzobispo Fray Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel la Católica. Esta misma técnica fue utilizada durante el siglo XVIII.

     El nombre de “billetes de pascuas” lo tenemos recogido en diferentes formularios que datan del siglo XVIII. Uno de esos manuales, impreso en Orihuela, España,, en el año 1716, lleva precisamente el siguiente título: “Formulario y nuevo estilo de Billetes de Pasquas”.

     Existen también otros manuales que se especializan en la redacción de “cartas de Pasquas”. Hay fórmulas para todos los gustos: cartas dirigidas al Rey, cartas dirigidas al amigo íntimo, cartas para solicitar favores, cartas de alguien que está enfermo, “con quebrantos”, y desea dirigirse a “un gran Señor”... La carta se diferencia ya de la felicitación por “billete”. He aquí una muestra de redacción para dirigir a un amigo íntimo: “Miamabilísimo amigo: Felicísimas Pascuas del nacimiento de Dios nuestro Redentor, que te guarde mil siglos y yo logre empleos de tu agrado, en que manifestar mi deuda, con quiete te es agradecido, etc. Etc...”

     Ya para el siglo XIX, y por supuesto para el XX, desaparece el nombre de “villetes” y va apareciendo el de “tarjetas”. Y a punto estamos de que esta palabra (tarjetas) quede también desplazada de nuestro léxico navideño por su equivalente sajón. Usamos con toda normalidad la palabra “chistmas”, que inclusive escribimos así: “crismas”.

     En este nuestro tiempo las seleccionamos en el ordenador, hacemos clic y ya: Felices Pascuas.