Vigilar a los imanes

Autor: Adolfo Carreto

    

 En la religión islámica “imán” es la fe, y la fe, dentro de la concepción islámica, “es un estado de felicidad que se adquiere en virtud de actitudes positivas y concepciones constructivas, así como de medidas dinámicas y efectivas”. Los imanes son también los encargados de salvaguardar esta fe, de proclamar las verdades que esa fe encierra, de presidir la oración y los actos de culto; es decir, algo así como nuestros obispos, como nuestros sacerdotes. Y si esto es así no extraña, o no debe extrañar, que monseñor Carlos Amigo, cardenal arzobispo de Sevilla, haya roto lanzas a favor de los imanes, por aquello de que pareciera de necesidad absoluta controlarles en todas sus actuaciones, en todas sus prédicas, en todos sus movimientos.

     No me cabe la menor duda de que existen imanes honestos, buenos, responsables, que predican la verdad auténtica de su religión y que se empeñan en que sus fieles obren en consecuencia. Tampoco me cabe la menor duda de que existen imanes desviados, que retuercen las cosas, que quieren llevar el agua a un molino que no es precisamente el auténtico de la fe, de la creencia. Pero es que esto ocurre no solamente en el contexto de todas las religiones, y de todos los responsables que las dirigen, incluida la Iglesia católica. Y a nadie, en su sano juicio, se le ocurriría pensar en una ley que promulgara la censura previa en su predicación a nuestros obispos.

     Predicar las religiones, presidir el culto en cualesquiera de las religiones, instruir a los fieles en cualesquiera de las religiones no solamente no es delito alguno sino que es un bien que favorece a todos, inclusive a aquellos de creencias distintas. A las mezquitas, igual que a las catedrales, igual que a las sinagogas no hay que vigilarlas sino protegerles contra todos aquellos que no son imanes sino conspiradores, igual a las catedrales contra todos aquellos que no son pacíficos sino conspiradores.

     Es muy sensato lo que ha dicho monseñor Carlos Amigo al respecto: “este elemento de control es ineficaz y podría provocar una situación de incomodidad muy grande en las relaciones entre las religiones”. Y no les este un tiempo muy propicio para las suspicacias, para los enfrentamientos, para los roces, para los malentendidos. Precisamente ahora que se ha vuelto a retomar la necesidad del ecumenismo como algo vital para la convivencia ciudadana, precisamente ahora que se está abogando por una “ética común” sobre la base planteada por el teólogo suizo Hans Küng de que “no habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones”. Así que de lo que se trata  no es atizar las suspicacias precisamente en estos tiempos en los que la realidad de la paz tanto se tambalea.