¡Va por ti, Virgen de los Desamparados!

Autor: Adolfo Carreto                  

            

No sé si a la Virgen le gusta el fútbol, pero desde luego a los valencianos les gusta muchísimo su Virgen de los Desamparados, esa que está en la Basílica henchida de majestuosidad, rodeada de flores, ataviada siempre en ropajes de grandiosidad, escoltada por el perfume de la fragancia de la huerta valenciana, o por los arrozales de la Albufera, o por los jardines de todos los parques, porque Valencia es ciudad de flores a granel.

     Los valencianos, jugadores e hinchas, políticos y eclesiásticos se encaminaron hasta el lugar de la Virgen para darle las gracias porque, a pesar del nombre, jamás se han sentido desamparados. Hasta el señor arzobispo se unió a la algarabía, recibió a los jugadores con la solemne alegría del caso, revestido con el atuendo inequívoco de la bufanda del club, y luego los invitó a un minuto de silencio por las víctimas de los atentados  del fatídico 11 de marzo en Madrid: “Todos conocemos la tristeza que hay en tantas familias buenas que han encontrado el dolor por el terrorismo y es bueno que ahora, en este momento de alegría, nos acordemos y nos sintamos también unidos a los que sufren”.

     Y el silencio se hizo. Un silencio que escuchó como una formidable oración valenciana la Virgen de los Desamparados. Un silencio de protesta contra la barbarie. Un silencio, no para enturbiar la alegría sino para ensalzarla, para engarzarla con ese rosario de oraciones que se han venido prodigando en tantos campos de fútbol, en tantas plazas y avenidas, en tantos escondidos rincones, en tantos paseos solitarios. Y esa oración silenciosa tenía que estar presente esa tarde en la basílica valenciana de la Virgen de los Desamparados.

     Me ha encantado que los valencianos, sin grandes alharacas, sin ínfulas de bonitos y galácticos, sin pretensiones más allá que las del esfuerzo y la perseverancia, se hayan alzado con la Liga del fútbol español. Es una gran lección que debe ser aprendida por muchos, porque no es lo estrambótico lo que triunfa, sino la humildad y, si se quiere, hasta el silencio, como éste. Tiempo para la alegría  ya vendrá.

     Tiempo para la alegría arropándose en la protección de la Virgen. Porque si hubiesen sido los madrileños los ganadores también hubiesen acudido a su Virgen, y los catalanes a la suyas y los andaluces a las suyas, porque no hay club de fútbol que no tenga a su Virgen para ofrecerle las victorias. A veces el deporte se convierte en violencia, a veces los forofos se extralimitan, pero en ocasiones como ésta da gusto verlos acudir a la Basílica para que el deporte también se convierta en oración, aunque solamente sea por unas horas.