Tiempo de Navidad

El nacimiento de Juan

Autor: Adolfo Carreto   

 

 

El nacimiento de Juan, hijo de Zacarías e Isabel, fue radicalmente distinto al nacimiento de su primo Jesús, hijo de José y María. El hijo de María nació lejos de su lugar y con todas las privaciones que significa nacer, en aquel entonces, lejos de la propia casa. El hijo de Isabel nació en su lugar, divinamente atendido, con todos los preparativos a mano, con todas las precauciones tomadas, eso sí, con el suspense que significaba la edad avanzada de la madre. De todas formas había de por medio una revelación, y eso, para un creyente como el sacerdote Zacarías, y sobre todo con la mudez que llevaba encima, para que no se olvidara del portento, constituía siempre una garantía.

     Este dato lo han recogido también los pintores. Tintorretto, por ejemplo, nos pinta un momento del nacimiento del niño conforme a la categoría de los padres. Cuatro criadas acompañan a Isabel. Cuatro criadas no de baja cuna, por la compostura, el atuendo, la desenvoltura y la eficacia. Hasta una de ellas amamanta al crío, muy posiblemente por aquello de la edad avanzada de la madre. Es decir, que hasta ese detalle, y no de poca monta, pasó por la imaginación del artista.

     El lugar, la casa, evidentemente es suntuoso. No era la casa de cualquiera, era el hogar de un hombre importante, un sacerdote del templo. Y, además, mucha expectativa en torno a este nacimiento, pues era voz común lo ocurrido con Joaquín en el santuario.

     Otra pintora, también renacentista, Artemisa Gentileschi, se ha ocupado del mismo tema y aunque la casa de Zacarías e Isabel no luce tan pomposa, tampoco desmerece. Lo que esta pintora sí ha intentado, y conseguido, es plasmar con el máximo del naturalismo, una escena cotidiana, natural, un parto absolutamente normal, cuidado. Una mujer sobresale entre todas, la mujer del turbante: va cubierta con un prodigioso mantón de tela en amarillo y se encuentra sentada ante el recién nacido, como si estuviera impartiendo órdenes al resto de las mujeres que lo atienden. El resto de las mujeres, palangana en mano una, se ocupan de la criatura. Zacarias no se preocupa; permanece alejado, sentado y escribiendo. Es evidente que todo va de maravilla, que todo está en orden.

     No se asemeja en nada al nacimiento de Jesús en su cueva. Pero es verdad que ambos muchachitos tendrán que avanzar en la vida por caminos muy paralelos. De todas formas, cuando Juan nació la gente de Judea se preguntaba: ¿Qué va a ser de este niño?. Ya sabemos lo que fue.