Tiempo de Navidad

Los Reyes Magos

Autor: Adolfo Carreto   

 

 

     Dicen Que fue a partir del siglo XI cuando los magos que acudieron, desde el Oriente, según la precisión de Mateo, hasta la cueva de Belén para tributar honores al recién nacido, se convirtieron en reyes. Es lógico. Eran tiempos de monarquías, de monarquías inclusive cristianas, y razón había para dejar constancia de que las monarquías, vale decir, el poder, quería identificarse con la fe. Tal así que no pocos de los cuadros que se conservan acerca de este episodio, y que son muchos, fueron realizados por encargo. Y también es verdad que este recurso fue utilizado para que los rostros de los reyes fueran los rostros de los encargadores.

     No es así el caso de Velásquez. Velásquez fue más personalista, y utilizó el encargo dejando constancia de que los famosos adoradores eran integrantes de su familia. Dicen los entendidos que se puede identificar al propio Velásquez con Gaspar, a Melchor con su suegro Francisco Pacheco, inclusive, a la Virgen con su mujer y al niño con su recién nacida hija, Francisca. El rey negro, Baltasar, no parecía apto para ser reemplazado por nadie, y menos de la familia del pintor.

     Rubens, a su vez, pinta un colosal cuadro de adoración, no solamente por el tamaño sino por el contenido. El séquito que los reyes mayos llevan consigo es de auténticos magnates: pajes, criados y toda la parafernalia. Necesariamente, pasaran por donde pasaran en su deambular, deberían constituir un espectáculo. Pareciera que se han traído con ellos hasta a los ángeles.

     Una de las características común a todos estos pintores es la edad del niño: ya no es un recién nacido. Durero nos lo muestra grandecito, tanto que el niño quiere desprenderse de los brazos de su madre en pos de los brazos de Melchor. El niño de Velázquez es, si cabe, mayor todavía, aunque Velázquez tiene la osadía de presentarlo bien tapadito, con ese vestidito blanco que irradia toda la luz. El niño de Goya es más Niño, y más Niño Jesús, igual que los reyes, son mucho más reyes tanto por sus coronas como por sus vestimentas.

     Tanto documento pictórico en torno a esta estampa induce a pensar que la creencia de este pasaje narrado por mateo, estaba muy extendida, era muy popular y no solamente entre el pueblo llano, también en la alta alcurnia.

     Hoy día va siendo reemplazada por otros ritos y al desaparecer progresivamente la costumbre de los magos también va desapareciendo el verdadero sentido de esta fiesta, la cual, en realidad, es la fiesta de la Epifanía, es decir, de la manifestación de Jesús.