Tarjetas y más tarjetas

Autor: Adolfo Carreto        

 

Me he camuflado por mi afición a las encuestas. Es cierto. En las felicitaciones navideñas solamente se dice una cosa: felicidad. Y esta forma de desear felicidad la hemos encasillado en forma de tarjeta. Ahora, inclusive, bajo la modalidad de la tarjeta vía Internet, más rápida, menos costosa y hasta con música incluida.

     Mi encuesta no ha sido totalmente exhaustiva pero como era para escribir este editorial, sirve. Cuarenta y cinco jóvenes de clase media, varones y hembras, comprendidos entre los dieciocho y los veinte años, me sirvieron la respuesta: ¿Cuántas postales, tarjetas o crismas, como las llaman algunos envías aproximadamente en estas navidades?.  En los cuarenta y cinco contabilizaron la suma de mil ciento noventa y una tarjetas que pensaban enviar. Hubo, yo diría, excesos en las respuestas. Solamente una persona enviaba 300 tarjetas, dos personas cien cada una, y una persona ochenta. Pero, aparte de estos excesos, el promedio oscilaba entre diez y cincuenta tarjetas enviadas por persona.

     Los motivos para enviarlas eran muy similares: casi todos se centraban en familiares y amigos íntimos. Algunos incluían al novio o la novia. Uno incluyó a “colegas, conocidos, clientes y amigos”. Una de las respuestas fue curiosa: “a personas que he conocido momentáneamente, que he compartido con ellas ciertos momentos, y que es difícil que volvamos a vernos”. Posiblemente, si esta muestra tentativa no se hubiese realizado entre jóvenes estudiantes sino entre hombres de negocio, la respuesta hubiese estado más en función de “colegas, conocidos, clientes, amigos”.

     Porque la tarjeta navideña sirve también como elemento de relaciones públicas, de dar a conocer la marca, de recordarle al cliente no tanto que le “apreciamos” cuanto que estamos siempre “a su disposición” para que consuma nuestros productos. Yo, concretamente, he venido recibiendo tarjetas navideñas de editoriales con las cuales no me une lazo profesional, a no ser mi manía de leer y leer libros. Y cada uno de ustedes, a buen seguro, tendrán sus propias experiencias particulares con respecto al mundo de los negocios.

     Los Departamentos de relaciones Públicas de las empresas invierten durante esta época grandes cantidades de dinero en diseños de tarjetas y presentes para los clientes fijos o posibles. Se mandan confeccionar llaveros con el logotipo de la empresa, agendas, telefonearas, bolígrafos, abrecartas, pisapapeles, calendarios, juegos de vasos, cestas navideñas, maletines llenos de licores y etcétera. Publicidad. No importa. El tiempo da para ello y también para olvidarnos de los sinsabores.