Sudan, nación esqueleto

Autor: Adolfo Carreto   

        

Tengo ante mi la carita aparentemente gordinflona de un niño de Sudán y me dan escalofríos. Tengo ante mi esos ojos que son más grandes de lo que pueden ser y que intentan adentrarse en un futuro que para él no existe, y para centenares como él. Tengo ante mi una realidad infantil sin proyecciones, a un ser que no sé si sabrá que ha nacido, que me temo que comience a pensar ya, a pesar de su corta infancia, que no seguirá viviendo. Y me viene a la mente, ¡qué cosas!, una canción, cuando ante semejantes visiones no debería prosperar ni siquiera la música. Aquella de Angelitos negros, ¿recuerdan?, los que también tienen derecho al cielo, ¿recuerdan?, los que el pintor no se atrevía a plasmar en lienzo, ¿recuerdan?. Es un niño negro con ojos de estrella triste y con labios sin sonrisa, que es lo peor que puede tener el rostro de un niño.

     Este niño de Sudán no sé si llegará a la media en esperanza de vida, que son los cincuenta y cinco años y medio. Este niño posiblemente nunca lea uno de esos 138 escasos libros que se publican anualmente en su tierra. De cada mil niños que nacen, setenta y siete mueren. Y esa es una estadística que jamás debería ser pronunciada. El 29% de los varones, en Sudán, son analfabetos, ¿para qué entonces los libros?. Sólo el 7% de los niños alcanzan una escolarización hasta tercer grado, ¿para qué entonces las publicaciones?. Sólo el dos y medio de cada mil habitantes tiene acceso a Internet, ¿para qué entonces la técnica y todo ese orgullo de avanzada que exhibimos quienes andamos por el otro mundo?.

     Sudán es una nación rodeada de naciones por todas partes: Egipto, Libia, Chad, República centro Africana, Zaire, Uganda, Kenia, Etiopía. Solamente el Mar Rojo le proporciona un leve respiro. Pero en Chad, todavía más que las fronteras, predomina la guerra, una guerra fratricida, cruel, subvencionada y racista. Y con la guerra, la muerte y el hambre. Y la huída. Se escapan sobre todo a Chad. Solamente en la provincia de Darkur han muerto más de 10.000 personas en un año y más de un millón han tenido que abandonar sus hogares. Pero un observador imparcial asegura que “300.000 personas podían morirse de hambre, incluso si la ayuda humanitaria llegara inmediatamente, que no llega.

     Los líderes del mundo, los industrializados países del G-8, reunidos estos días en Georgia, Estados Unidos, se han rasgado las vestiduras y han instado a las naciones Unidas a que “lideren un esfuerzo internacional para evitar un desastre de mayores proporciones”, pues esta se Sudán se considera la peor crisis humanitaria que existe actualmente en el mundo”. Eso es todo lo que tienen que decir el Grupo de los Ocho.

     Mientras tanto, el niño me mira, nos mira, y leo en esa mirada que ni siquiera dice ¡hasta cuándo!, porque hasta a los angelitos, sobre todo si son negros, se les acaban las fuerzas cuando han perdido la sonrisa.