Serie: El profeta

Poemas de  Oseas 

Autor: Adolfo Carreto         

LA CONSPIRACIÓN

Adulterio es conspiración.
Del amor al odio no hay más camino que ese.
Se conspira por amor
Dicen
Como un mandamiento novedoso
Sin importar las muertes por el trayecto.
Gomer es la conspiración de los dioses
Contra el amor verdadero
Que es lo mismo que contra el único Dios.
Se conspira al dar la espalda
Al voltear a Dios el corazón
Al dejar de compartir el lecho con el deber.
Gritan los conspiradores: ¡Triunfamos!;
Los miras detenidamente y no consigues en ellos
Esperanza, ni destellos de ilusión.
Es un triunfo frío.
Se ha nublado el sol
Y arrecia la noche de las sombras.
La conspiración es un negocio falsificado
Donde Gomar vende el alma.
El precio es mínimo para lo que se entrega.
Los dioses se aúpan en sus altares tocando trompetas de victoria
Pero no hay guerrilla que aguante el poderoso brazo,
La verdad de yahvé.
Gomer me ha dado la espalda
Poniendo su cuerpo en entredicho.

LA CANCIÓN DEL AMOR DESESPERADO

Si de amor se trata, ¿quién más que yo?.
Te llené el vientre de criaturas
Mientras te llenaba el corazón de dicha.
Te llené la carne de suspiros
Mientras te llenaba el futuro de pueblos.
Te llené la boca de miel
Mientras te llenaba de esperanza el camino.
Entonces, si de amor se trata,
¿quién más que yo?.
Tu, en cambio, acallabas mi susurro
Y prestabas oídos a músicas extrañas.
Anunciaste que gozabas con otros amantes
Dejándome con el amor en suspenso.
Volaste tras la enramada
Y te enredaste en los zarzales.
Entonces, regresé para curar tus jirones.
Porque, si de amor se trata, ¿quién más que yo?.

EL BANQUETE

Hay una mesa puesta para el banquete
Mas el vino sabe ágrio y la carne descompuesta.
Hay un tapete sobre la mesa
Y unas flores descoloridas encima
Y unas sillas en derredor llenándose de gula.
La comida puede ser comunión o pecado
Y el corazón un desván de insensatez
O un altar para el privilegio.
La mesa está tallada con buril de ebanista extranjero
Que no ha cuidado los diseños de Yahvé.
¡Qué coman y se harten!.
En el Reino, los manjares son de otro sabor
Y el corazón se llena de otros suspiros.
Suena la trompeta señalando la hora
Para hartarse con las carnes del sacrificio
Y queda el corazón hambriento
Y los labios sin sonrisa.
¿Qué Dios puede hartar con una comida que no sea comunión?.
En las arcas del Templo ha entrado dinero a raudales
Y en el comedor de al lado se sirve lo podrido.
El hambre del corazón no se calma con comilona
Y la sed del espíritu no la satisface el vino del engaño.
Hay una mesa puesta para el banquete
Pero los comensales son de otro reino.

LA ACUSACIÓN

Acusad a vuestra madre, acusadla,
Que anda por ahí gritando su maternidad con otro Dios.
Los dioses falsos engendran falsedades
Y las madres que con ellos retozan
Engendran ídolos.
Hijos de dioses falsos pueden formar pueblos,
Ejércitos han creado
Para zanjar el camino a sus hermanos.
Acusad a vuestra madre, acusadla
De haberos bautizado en el altar del engaño.
Decidle que no queréis amantes por padre
Ni becerros por Dios
Aunque unos y otros luzcan más lustre
Que el de mi agotamiento y el de Yahvé.
Acusad a vuestra madre, acusadla:
Ha despellejado su identidad dejándonos como hijos de nadie.
Llenó la casa de extraños
Y en los anaqueles colocó estatuillas
Que le regalaron en el lecho.
Acusad a vuestra madre, acusadla:
Os dejó sin padre dejándoos sin apellido
Y sin posibilidad de ser extirpe pura.
Teníais vocación de ser camino
Escoltando los pasos del que vendrá
Y le hicisteis perder el rumbo:
Ahora es la humanidad entera quien espera
La salvación retardada.
Del vientre de vuestra madre
Ya no puede nacer la legitimidad
Ni de su corazón el amor;
Así es que os hizo hijos del rencor
Y huérfanos de la libertad.
Acusad a vuestra madre, acusadla
Para que todavía le pueda nacer un hijo en los labios.

LOS AMIGOS

Y tocaron a mi puerta y chismearon en susurro:
Tienes la alcoba vacía.
Esperaron que les diera las gracias
Y se percataron de que el corazón lo sabe todo
Hasta cuál es la intención de la amistad.
Llegaron a mi casa hablando del tiempo
Para terminan hablando del contratiempo.
Me alertaron en la calle, en la plaza después
Gritaron que me habían alertado en privado:
Esas cosas es preferible en la intimidad.
Tu, que eres temeroso de Yahvé,
Dijeron,
Pídele el milagro de lo correcto.
Repliqué que lo correcto era el silencio
Cuando la palabra huele a podrido.
Fueron a acostarse con Gomer
Para echarme en cara su prostitución.
Les leí la mirada y se la vi manchada de perfume barato.
En los bosques de Baal los amigos juegan a enemigos
Pero Gomer les embadurna el sentimiento
Sobándoles sus ahorros.
¿No han pagado por su cuerpo?.
¿Por qué desean humillar mi espíritu?.
Si ya han entregado su currículo
¿por qué alaban mi trabajo?.
Si ya han falseado Tu identidad
¿por qué se empeñan en anular la mía?.
Yo, Oseas, profeta del Altísimo,
Dispongo de palabra para gritar
Y de silencio oportuno.
Y hasta cuando hable en nombre de Dios
¡y más entonces!
No permito que Gomer sea el descuido 
De la verdad que digo.
Yahvé es el amigo que hace tropezar a los enemigos.

LOS HIJOS

Fueron apareciendo como ramas de olivo
Y agitándose en la mañana clara
Como frutas a la sazón.
Crecen viéndose en el espejo
A veces semejantes a él, otras a ella.
Van creciendo con nombre impuesto
Y se rebelan cuando no se les permite rebautizarse.
Yahvé me dijo que el nombre de la niña
Debía ser el de No Amada
Y creyeron que era castigo divino
Por las andanzas de la madre.
No Amada no era por ella sino por mi.
El profeta es un hijo de Yahvé
Para que el pueblo lo rechace.
El profeta es el hijo de la voz
Que se estrella contra el peñascal.
El profeta es el hijo del viento
Que compite con huracanes.
Van creciendo los hijos
Reflejándose en los pedazos quebrados del espejo
Confundiéndose entre tanto rostro ajado.
El profeta es el hijo de la cara de Dios
Que tiene que componer los vidrios
De los bastardos de Dios.
Tiene el profeta un grito en la garganta
Y un dardo acechándolo.
Tiene el profeta un mensaje
Y un auditorio con oidos de cera.
Por eso necesita voz de fuego, de trueno voz,
Ímpetu de torrentera
Para no confundir su rostro con el semblante del bastardo.
Los hijos de Oseas fueron el resultado del regreso del amor.
Pero hasta de eso los insensatos hicieron chistes.