¿Se acabaron los curas?

Autor: Adolfo Carreto              

    

Mientras en algunas naciones se aprecia un pequeño repunte en las vocaciones sacerdotales, en otras la disminución es preocupante para las autoridades de la Iglesia Católica. La Europa de la abundancia y de la integración anda en crisis vocacional. El arzobispo de Sevilla, monseñor amigo lo ha declarado recientemente: “En la vieja Europa existe una crisis enorme, real y profunda de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, y por eso importante que las iglesias jóvenes tomen el relevo misionero”.

     España, una de las naciones que más sacerdotes ha producido, y que más ha exportado, sobre todo a Latinoamérica, tuvo un declive a partir de 1967, el cual solamente dio indicios de recuperación en los años ochenta. Pero ya hemos vuelto a las andadas. Esta aparente alza de las vocaciones sacerdotales españolas no ha podido llenar de optimismo a la jerarquía. Ya se está pidiendo importación de sacerdotes a España igual que a otras naciones europeas para cubrir ese enorme déficit.

     En efecto, en un estudio publicado por Francisco Azcona Sanmartín, en aquel momento Director de la oficina de Estadística y Sociología de la Iglesia Española, al analizar las tendencias futuras de este fenómeno, señalaba: “preveo una continuidad durante algunos años de este aumento, debido sobre todo a las causas intra eclesiales apuntadas (la implementación del Concilio Vaticano II en una línea renovadora, la entidad sacerdotal mejor descubierta y asumida, la razón de ser de la Iglesia en una situación democrática y el surgir de nuevas agrupaciones apostólicos)”. Pues este diagnóstico no parece haberse cumplido. El mismo Azcona ya lo sospechaba: “esta tendencia puede verse frenada por los elementos sociales... El materialismo hedonista y el laicismo, junto con la permisividad, al parecen, aumentarán en los próximos años. También se hará más difícil realizar el compromiso para toda la vida y vivir la vida celibataria del sacerdote. Todo ello dificulta la opción sacerdotal”.

     Al escaso auge de las vocaciones sacerdotales hay que añadir el aumento de los sacerdotes que solicitan permiso para dejar de ejercer su ministerio, permiso como se sabe temporalmente negado por Juan Pablo II, negativa, por otra parte, que no ha incidido demasiado en la conciencia de muchos sacerdotes, los cuales optan por incursionar en un nuevo sistema de vida.

     Las causas, como ya se ha anotado, son de dos tipos: la intraeclesiales y las extraeclesiales. Lo cierto es que hay que apelar ahora a las iglesias jóvenes, es decir, a aquellas que una vez fueron alimentadas con la savia vocacional de Europa.