Satanismo

Autor: Adolfo Carreto     

      

    Cada Vez con mayor frecuencia se nos asalta con noticias más escalofriantes: jóvenes, como esos dos italianos, Chiara y Fabio, de 16 y 19 años respectivamente, encontrados muertos a causa, según los investigadores de un homicidio ritual. Es la noticia más reciente, porque es la noticia de última hora. Pero son muchas las horas en las que se prodigan estos acontecimientos.

     Pues bien, estos jóvenes, al parecer, fueron sacrificados ignominiosamente por una banda satánica. ¿Cuántos eran los integrantes de la banda?. Todavía lo desconocemos. Pocos o muchos, es lo de menos; lo que importa es el auge de estos movimientos por todo el planeta. El culto a la nada sangrienta, o el culto a ser un dios porque no hay Dios, o el culto al poder que emana de uno mismo para derrotar el poder de los otros, o el culto a la fe contra la Fe; en última instancia, el culto a la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, porque es el culto que le cuadra a Satán. El satanismo no es solamente un culto contra la creencia cristiana, es un culto total contra la vida.

     Pareciera que se trata únicamente de una afición juvenil, y se achaca a cierto tipo de música rock y a sus cantantes y divulgadores, entre ellos las industrias discográficas, a los grandes cultivadores del satanismo. Y no hay que desdeñar este supuesto. Sabemos que el negocio carece de reglas para su progreso. Pero se me antoja pensar que el satanismo ha copado otros muchos ámbitos del comportamiento social. Se me antoja pensar, por ejemplo, y para colocar el escalofriante caso de los desnudos torturados en Irak por algunos soldados norteamericanos, que eso es un atroz acto de satanismo. No cabe otra explicación luego de ver el testimonio de las fotografías. Los autores de estos hechos han practicado un ritual, y han gozado practicándolo. Han ejecutado un rito apoyados en el poder que les da la creencia de ser vencedores, de poder ejecutar órdenes que vienen desde lo alto.

     El atentado de Madrid no solamente fue un macabro atentado terrorista sino un planificado acto satánico. No puede estar inspirado tal acto en un Dios, el que sea, sino en Satán, el que es. Ocurre que, para justificar ciertos hechos, quienes los practican acuden a su dios en vez de declarar a sus demonios.

     Pero actos satánicos se dan en muchos estancos de la vida cotidiana, aunque no parezca que llevan tanta sangre por delante. A veces el derramamiento de la  sangre espiritual es más desolador y degradante que el derramamiento de la sangre material. Que sí, que hay mucho adorador de Satán deambulando por las calles, aunque no nos percatemos. Y pareciera que no hay quien pueda ponerle coto a este movimiento globalizante.