San Valeron

Autor: Adolfo Carreto    

     

    ¿Y por qué no?. ¿Por qué no un futbolista en los altares?. ¿Quién ha dicho que no se puede honrar a Dios en un campo de fútbol, deleitando a miles de fanáticos de esa religión del entretenimiento sabatino y dominical

que acuden a la catedral del estadio a sacarse del cuerpo la mala racha de la semana?. Bien es verdad que no todos los adoradores de esta religión deportiva actúan como debieran actuar, pero eso ocurre entre los fieles de todas las religiones, entre los exaltados de todas las religiones, entre los fanáticos de todas las religiones.

     Le han preguntado a ese enorme entrenador que se llama Javier Irureta y que ha llevado hasta los más altos topes de la profesionalidad al Deportivo de la Coruña, quién de los jugadores que conoce sería digno de un altar, no ya en el campo de fútbol, que ese lo tienen muchos, sino en el altar de verdad, en el altar de la religiosidad, en el altar de una fe cristiana comprometida. No lo ha dudado el entrenador: “El primer jugador santo será Valerón, es muy buena persona”.

     Quizá Valerón no sepa hacer más milagros que los que semanalmente realiza con el balón, pero Irureta no ha titubeado en señalar el más importante, el que no admite trampa, el que está por encima de todos los milagros: “Es muy buena persona”. ¿Se puede pedir más?. ¿Se necesita alguna otra virtud adicional?. Es posible que Valerón de vez en cuando haya dado alguna zancadilla en el campo, pero nunca con la intención de lastimar.

     Algo tiene el Deportivo de la Coruña que lo diferencia de los otros, y este algo, hay que proclamarlo, es su entrenador, Javier Irureta. Ha confesado: “Soy un hombre de fe humilde. Es la que me enseñaron mis padres desde niño. Para mí, Dios es importante en mi profesión y en mi vida. Creo que dependemos de tantas cosas y es tan insignificante nuestra vida que para mí la fe es un apoyo permanente”.

     Invita a sus jugadores a rezar un Padrenuestro antes de iniciar el partido, todavía en el vestuario, y los muchachos cumplen. No solamente cumplen, les ayuda deportivamente a mantener “un espíritu de compañerismo, de solidaridad. La vida de un jugador es tan trepidante, tan rápida, que le hace falta detenerse un minuto y reflexionar”.

     Palabras de entrenador. Este hombre, que todos los sábados y domingos nos deleita con el fútbol que realizan sus pupilos, es algo más que un hombre del césped. Y Valerón, mucho más que un gran jugador. Y no cabe la menor deuda de que otros compañeros también. Pero estas noticias normalmente no venden en los titulares rosas de eso que llaman telebasura.