Rezar de otra manera

Autor: Adolfo Carreto          

    

     Termino de leer unas declaraciones que dio Juan Bautista Metz hace unos años. Metz no es ni futbolista, ni artista, ni novelista. Tampoco político. Es sencillamente un teólogo Quizá uno de los de más quilates del siglo XX y de lo que va de siglo. Es, por supuesto, sacerdote.

     En la cultura religiosa se le conoce como el fundador de la nueva teología política. Los estudiosos afirman que sus ideas dieron pie a que en América latina sobrara auge la denominada “teología de la liberación”. Puede ser, y él no lo oculta.

     Juan Bautista Metz dice en sus declaraciones que “el Dios de la religión burguesa está muerto”. Es una frase, por supuesto. Una frase que no compartirán muchos, que otros la llamarán efectista, que algunos la aplaudirán y que quizás, demasiados, no profundicemos en lo que la frase realmente significa. Porque la frase habla primero de la posibilidad de la existencia de diferentes tipos de dioses, y esto, en boca de un sacerdote, de un teólogo de la talla de Metz, pareciera poco serio. Y sin embargo, es muy serio.

     Lo es tanto en cuanto uno de los dioses a los que se refiere es el Dios de la religión burguesa. Y aquí la frase se nos complica: religión para burgueses, religión para proletarios, religión para ricos, religión para pobres, religión para perseguidos, religión para perseguidores, religión para dictadores, religión para demócratas... y un sin número más de dialécticas religiosas que llevan implícita una especie de lucha espiritual.

     Es cierto, y la historia nos lo prueba, que la interpretación de Dios, y por ende, la interpretación de la religión, ha sido muy dispar en un momento y en otro. Es cierto que ha habido políticas que se han adueñado del concepto de Dios para uso exclusivo de  su poder, de su mando y hasta de su manipulación. Como es cierto que la interpretación que sobre Dios hace el sufriente no concuerda con la interpretación que sobre el mismo Dios realiza el “dogmático”.

     La frase de Juan Bautista Metz queda explicada en esta confesión suya: “El arranque de mi planteamiento coincide con el mommentoen que yo me pregunto cómo es posible hacer teología de espaldas a Ausschwitz y al holocausto final. Porque en mi país se seguía rezando y teologizando como si entonces no hubiera ocurrido nada. Yo me juré no hacer teología de espaldas a los dolores y males de los hombres”.

     Eso es. Miles de hombres siguen muriendo en los holocaustos de hoy y todavía continuamos rezando de la misma manera. Bus nos ha enseñado otra manera de rezar.