Religión y marihuana

Autor: Adolfo Carreto            

    

Se ha hecho famosa la frase de Carlos Marx, cien mil veces repetida, de que “la religión es el opio del pueblo”. Alguien ha dicho también que las religiones lo que hacen es adormecer las conciencias. Yo creo lo inverso, que quienes verdaderamente practican una religión son los más despiertos de conciencia, siempre que se practique la religión como hay que practicarla, sin fanatismos, porque los fanatismos es lo más antirreligioso que hay. Por eso, esta noticia que me llega, y que no es nueva, pareciera concederle más crédito a los primeros que a mi.

     Se trata de una secta religiosa jamaiquina, de nombre Iglesia copta etíope de Sión.  Pues nada, que estos señores utilizan la marihuana como “un sacramento religioso”, según su decir. Aunque no según el criterio del Agente federal, quien les tomó declaración, y quien indicó que “la Iglesia tiene sede en jamaica para evitar pagar impuestos mientras controla una banda de contrabando de marihuana”.

     Así, la cosa cambia. Quiere decir que el verdadero opio para estos individuos no es la religión sino la droga. Y el comercio que de ella se deriva. Lo que ellos denominan sacramento no es, ni más ni menos, que puro negocio. Esta seudo religión (por llamarla de alguna manera) sí es, de verdad, un opio para el pueblo, una descreencia comercializada, un emponzoñar la buena intención de algunos incautos.

     Los dirigentes de esta “iglesia” sí tienen la conciencia despierta, pero no precisamente por la creencia sino por el contrabando. La religión, las religiones, han venido siendo utilizadas por inescrupulosos para todo, inclusive para matar. Estos la han utilizado para el negocio de la droga.

     O sea, que aplicada la frase de Marx a esta “Iglesia copta etíope de Sión”, es auténticamente valedera. Porque el culto que estos señores practican en una mansión alquilada en Star Island (Bahía Biscaine), para nosotros Miami, les importa inmensas cantidades de droga como fuente de ingresos. Quizá la frase correcta, que muy posiblemente tambièn suscribiría Carlos Marx, sea que la marihuana es el opio del pueblo. Y es que a estas alturas nos estamos dando cuenta de cuanto opio se ha infiltrado en el ropaje de la religión, de las religiones, y de cuanto, desgraciadamente, continuará infiltrándose.