Ratzinger

Autor: Adolfo Carreto         

 

Joseph Ratzinger se va. Quiere descansar. Están yéndose todos los duros, en política y en religión. Y hay que extraer una conclusión: la dureza no ha dato resultado, ni en política ni en religión. La dureza pretende ser una forma omnipotente de poder, pero a la larga no termina pudiendo. La dureza pretende ser defensa y termina siendo ataque, la mayor parte de las veces, infundado.

El cardenal Ratzinger ha sido, en muchos aspectos, un hombre duro, para algunos excesivamente duro. Y es que no podía ser de otra manera. El cargo se lo exigía: Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, es decir, el nuevo nombre con el que se rebautizó al Santo Oficio, sí, aquel de las inquisiciones y otros etcéteras. Veintidós años se ha esforzado Ratzinger en purificarnos. Veintidós años inspirado directamente por Dios. Veintidós años siendo su portavoz, su mano derecha, su desinteresado pregonero. Así es que creemos lo que dijo y dice el cardenal Ratzinger. Lo que no estoy muy seguro es si creemos lo que él cree, o al menos lo que él ha creído que cree.

Ratzinger intentó despanzurrar a Gustavo Gutiérrez y compañía, y ahí tenemos a Gustavo, ahora convertido en dominico, más vivito y coleando que cuando el cardenal intentó enviarlo a los infiernos teológicos. Ahí tenemos a Jesucristo, el libertador, quitándole toda la razón a las amonestaciones del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Ratzinger se ha esforzado por poner orden en la Iglesia, o al menos en la teología, y no creo que lo haya logrado: se me antoja que la desordenó más, ya que el método del anatema que utilizó para conseguirlo no era precisamente el método. Lo han llamado “azote de teólogos díscolos” y “policía de la fe”, dos apelativos que no suenan bien. Y uno se pregunta, ¿es que la fe necesita de policías?. Y si es así, apaga y vámonos.

¿Quiere decir que porque Ratzinger se vaya a descansar, que bien merecido se lo tiene, va a cambiar la orientación del antiguo Santo Oficio?. Pues me temo que no, porque estas Congregaciones no solamente funcionan al ritmo que les imprime su Prefecto, de un funcionario, sino por la rigidez de su estructura. Y esa estructura puede cambiar si hay intención desde más arriba.

Ratzinger nunca ha dado su brazo a torcer, pero hay cosas que no pueden sostenerse por mucho tiempo, o no durante todo el tiempo, porque no es dogma todo lo que se predica como tal, aunque se predique. Y todo llega, porque a todos nos pueden la edad y los achaques.