Por pegar a la esposa

Autor: Adolfo Carreto      

    

     Las feministas tienen muchas razones para protestar, y también alguna que otra sinrazón. Pero entre las razones está el derecho a ser consideradas como lo que son: mujeres.

    Steve Jackson, habitante de Kansas, se olvidó de que su esposa era una mujer y, no sabemos las razones, se lió a golpes con ella. No sabemos si por ser mujer, por ser su esposa o simplemente por estar ahí: es decir, por topársela todos los días en su camino, como se topaba con las mesas, los sillones, los cuadros en las paredes, el teléfono, el televisor o cualquiera de los artefactos de la casa. Es decir, la mujer como un artefacto más. Aquel día se topó con ella, se olvidó de lo que era y se lió a golpes.

     El caso, lógicamente, llegó a los tribunales. El juez dictó sentencia: una caja de bombones para Linda Jackson, esposa de Steve Jackson, quien tendría que enviársela el día de San Valentín, es decir, el día internacional de los enamorados.

     El juez pensó que contra golpes... dulzura. Dulzura empaquetada en bombones, dulzura con etiqueta de día de enamorados, dulzura mercantilista envuelta en un papel de regalo.

     Tampoco sabemos si le agradaría la sentencia a uno y al otro, a Steve y a Linda. Ni sabemos qué saber tendrían los bombones. Pero, aunque la sentencia del juez parece de comiquita, en el fondo puede ser razonable: contra los golpes, dulzura. Que sepa usted, señor Steve, que su esposa le prendó a usted un día el corazón, que en más de una ocasión, el día de los enamorados, usted le envió flores, es decir, muestras de cariño, que quizá muchas veces usted le susurró al oído eso de “dulzura”, “cariño”, “encanto” y miles de adjetivos más que la propia Linda se los devolvía muy posiblemente con otros cariños.

     Pues, para recordárselo, aquí el juez, de nombre Larry Coursen, quien le dice al agresor: “Steve, a darle dulzura a su esposa, aunque sea disfrazada de bombones, y además en una fecha muy apropiada, el día de San Valentín”.

     ¡No me dirán ustedes que los jueces no disponen de recursos!. Quizá le duela más a Steve esta sentencia que el hecho de pagarle una multa o penar unos días en la cárcel. Pero me imagino que la maltratada tampoco estará muy convencida: saborear unos bombones viniendo de quien vienen. No pueden traer sabor a dulzura. O quien sabe si el agresor inyecta vaya usted a saber qué a los bombones y sea peor el resultado que el remedio. Porque en estas cosas de la justicia puede que no todas las dulzuras sean las más apropiadas.