Paz a la francesa

Autor: Adolfo Carreto         

 

Empezaron con el velo, o con el pañuelo en la cabeza, continuaron con la kirpa judía y con la cruz cristiana, y ahora se han metido con las barbas. ¡Y yo que pensaba que todo esto era mucho más inofensivo que las pistolas!. Pero como en Francia siempre se ha sabido de Libertad, Igualdad y Fraternidad, pues a callarse. Vamos a ver, ¿por qué yo no puedo lucir mi cristo crucificado o mi virgen de Fátima si son precisamente los símbolos que me hacen más tolerante?. ¿Por qué yo no puedo hacer gala, públicamente sí, de todo eso en lo que creo?. ¿Y por qué los demás tampoco?.

Paulatinamente, y como quien no quiere la cosa, nos va a desprender de nuestros Pasos en Semana Santa, y de nuestras saetas, y de la concha y la calabaza de Santiago, haciendo el Camino, y de la romería hasta la Blanca Paloma, que aunque sirva para airear los amores de la Pantoja y el ex alcalde de Marbella, sirve también para otras muchas devociones no escandalosas. Y lo mismo que digo de lo que yo creo, puede decirlo, y con todo derecho, el judío, el musulmán, el budista de aquello en lo que ellos creen.

¡Que no!. Que por el lado de las prohibiciones no vamos a sitio alguno. Si algo debe de tener la predicada laicidad es precisamente la de la convivencia y la de la tolerancia. Esta ley francesa, en vez de poner orden, está desordenándolo todo, está creando sentimientos de culpabilidad donde supuestamente hay, o debe haber, sentimientos de adoración y de respeto.

Si todo esto fuera poco, ahora tenemos que sospechar de cada individuo que lleve barba. De repente, la sospecha de terrorismo e intransigencia se ha extendido “sobre cualquier prenda textil destinada a recoger u ocultar el cabello femenino o sobre las barbas, por eso de que Sadan Hussein, antes sin barba, lo capturaron con barba ahora, y por eso de que Bin Laden y compañía lucen una barba fea, pero característica.

Luego vendrán los Rolando y los cabeza rapada, porque día vendrá en que los terroristas se vestirán como les dé la gana y el resto tendremos que usar la antimoda.

Pues nada, que se decidan de una vez, que contraten al mejor de los modistos y que nos confeccionen el uniforme globalizador. Ahora resulta que los males que aquejan a nuestras sociedades son a causa de las indumentarias y de los adornos, religiosos o no, que colgamos al cuello. Con lo bonito que sería que los muchachos multi confesionales jugaran en los patios vestidos cada cual a su manera. Mejor, que nos desvistan a todos para que haya paz en el mundo. Paz y comprensión y entendimiento a la francesa. Libertad, Fraternidad, Justicia.