Pasado, presente, futuro

Autor: Adolfo Carreto          

       

         Igual que si se tratara de una maldición: estamos condenados, por estas latitudes, a la pobreza. No es capricho mío. El diagnóstico ha sido pronosticado por la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (CEPAL). Y el título no puede ser más desolador: América Latina fue, es y será pobre.

     Uno, por fuerza, tiene que preguntarse: ¿por qué?. ¿Quién lo decidió, lo decide y lo continuará decidiendo?. Las estadísticas lo confirman, pero no lo deciden. Las estadísticas muestran lo que otros ya han escrito. Y han escrito en el año 2002, por ejemplo, doscientos veinte millones de pobres en la región más noventa y cinco millones de indigentes. Lo que significa, según el informe de CEPAL, 43,4% de la población es pobre, nueve décimas más que en el año anterior. ¿Y qué significa ser pobre conforme a estas cifras?. Pues también, según el informe “tener apenas lo mínimo necesario para cubrir las necesidades básicas”.

     Lo mínimo necesario. El precipicio que un mínimo soplo te engulle. El horizonte donde no prospera la esperanza. Este continente, que hace años fue bautizado como el continente de la esperanza, va perdiendo cada día más la esperanza. Y uno continúa preguntándose por qué. ¿Es pobre el continente?. No, al menos no en su totalidad. ¿Está mal gobernado?. Puede. Pero ¿antes, ahora y mañana?. Y si está mal gobernado, ¿por qué?.¿Quién continúa patrocinando ese desgobierno?. ¿No hay forma, entre otras cosas, a enseñarnos a gobernarnos mejor?. ¿Será que no hay interés en que nos gobernemos mejor?.

     El obispo de San Cristóbal de Las Casas, en México, con motivo de las festividades pascuales, predicó a sus fieles y les dijo: “En nuestra patria se dice que hay más de cincuenta millones de pobres. El país no ha crecido al ritmo que se había prometido. Ante esta situación, hay personas, grupos, partidos y organizaciones que viven de lamentos y de organizar marchas y mítines de protesta, lo cual es inevitable y necesario, pero poco se hace por generar empleos, por ayudar al campo. Hay hijos de familias que en nada trabajan y andan por todos lados, viviendo de los recursos de sus padres. Quieren cambiar el mundo, pero sólo vegetan con los apoyos que les llegan. Por otra parte, hay muchas personas que se desgastan diariamente en trabajos sencillos, que no les permiten salir de su miseria, sino sólo sobrevivir” Y el prelado apeló al quehacer del resucitado: “Jesús acompaña a sus apóstoles y los reconforta. Se les manifiesta vivo y verdadero, no como un fantasma. Les prepara el almuerzo y está con ellos. Pero no les exime del trabajo. Les enseña cómo pescar, a pesar de que esa era su experiencia de toda la vida. Ellos obedecen y obtienen una pesca que nunca se imaginaron”. ¿Será que el truco está en enseñar, pero de verdad?.