No es fantasía

Autor: Adolfo Carreto              

    

     La fantasía es una especie de realidad por anticipado. En otras palabras. Lo que comienza siendo fantasía termina convirtiéndose en realidad.

     Esta hipótesis viene a cuento por lo siguiente: hace tiempo me dio por escribir un cuento en el que relataba cómo en una hipotética, pero posible sociedad, los planificadores habían firmado por decreto la prohibición de nacer. Y por ahí se iba mi imaginación creando mundos amorfos, sin formas distintivas, con personajes y objetos todos marcados por la misma marca, sin sonrisa, sin parques para el esparcimiento infantil, sin todas esas cosas. Por supuesto, en esa sociedad ficticia había desaparecido la poesía, que equivale a decir la posibilidad de creación. Tal así, que la poesía suprema, cual es la suprema creación de un nuevo ser, había sido aniquilada... por decreto.

     Era un cuento.

     Me informo ahora, y mi propia fantasía tiembla como negándose a poblar la hipótesis inicial, esto es, que lo que comienza siendo fantasía termina convirtiéndose en realidad. Y tiemblo.

     La noticia me llega desde China. Allí están castigando, en forma que todavía no sospechas, a esos padres que han tenido el atrevimiento, la fantasía, de crear a un nuevo ser, de procrear. Y asegura igualmente la noticia que en la misma China están desapareciendo como por arte de magia, que es algo así como por arte de Decreto, niños ya nacidos. Ni Huxley encontró esta metáfora para su Mundo Feliz. El se inventó otra: la fabricación a escalas: escala alfa, escalabeta, escala epsilon... deseres. Después de Huxley apareció la fabricación a escala probeta de fetos, y toda esta tecnología bioética que ahora comenzamos a fantasear. Los europeos tampoco quieren niños, y ahí está España, por ejemplo, con una sociedad envejecida y casi sin futuro promisor. Algo está pasando.

     Sabemos que los chinos son muchos, muchísimos millones, unos mil millones de habitantes. Sabemos que la densidad de población en China llega a 99 habitantes por kilómetro cuadrado, cuando Venezuela, por ejemplo, no llega a 15 por kilómetro cuadrado. Sabemos que la proliferación desenfrenada y alegre de seres humanos no tiene nada de ético, según las normas morales y sociológicas que rigen nuestro mundo. Y sabemos, por fin, que en China se mueren muchos niños por desnutrición. Pero...

     ... pero de ahí a inventar la no creación hay un largo trecho. Aunque los chinos siempre han inventado los explosivos: la pólvora la inventaron ellos, dice la historia. ¡Qué inventos, Dios mío!.