Niños soldados

Autor: Adolfo Carreto      

     

Los llaman soldados pero no son soldados, son niños. Visten como los soldados, miran como los soldados, se arrastran por el suelo como los soldados, cargan las armas como los soldados, pero no, son niños. Dicen que “menores de edad”, aunque esta frase se me antoja sumamente condescendiente, ciertamente equívoca: simple y llanamente son niños. Niños colombianos, niños afganos, niños de Costa de Marfil, niños del Congo, niños de Liberia. Niños.

Si toda guerra, de por sí, es nefasta, estas que se alimentan con carne de niño no son guerras, son holocaustos. Dice un Informe elaborado por la Coalición para Detener el Uso de niños Soldados, que en Bruna hasta el veinte por ciento de los reclutas que integran las fuerzas armadas gubernamentales son menores de quince años. Y uno se pregunta: ¿contra quién puede ir un menor de 15 años?, ¿contra quién puede disparar?, ¿quién puede meterle en la cabeza la decisión para matar?, ¿lo hará por convicción?, ¿lo hará por miedo?.

He visto las fotografías de estos niños soldados colombianos y es imposible que estos muchachitos, ya sin sonrisa, sean soldados; es imposible que maten. Y si matan, es imposible que lo hagan con conocimiento de causa, por convicción. Estos muchachos no pueden tener ideología, carecen del razonamiento posible, no pueden saber qué es un enemigo, por mucho que se lo digan. A la fuerza, son soldados forzados. A la fuerza, son soldaditos amedrentados. “Si no matas, te matamos”, así les dicen. “Si no matas, o si no espías, o si no vas y vienes y cumples las órdenes que te demos, sabemos dónde están tus padres, tus hermanos, tus familiares”, así les dicen. Y el muchacho mata a quienes les digan, para que quienes les dicen no maten a sus padres, a sus hermanos, a sus familiares.

Once mil niños soldados andan derrochando su miedo, su vida y la de los demás por selvas, trochas, caminos, aldeas perdidas, campamentos improvisados por la geografía colombiana. Los hay de doce años. Cinco mil niños soldados andan todavía por los descampados y por los escondrijos de Afganistán. Y en el Congo, no se diga. Y no se diga en Costa de Marfil, y en Liberia. Y ahora comenzarán en Irak. Y ya han comenzado en Palestina. Y en cualquier sitio donde estalle una guerra comenzarán. Esto es la locura. Esto es la nueva técnica de la sinrazón. Este es el nuevo caos al que la civilización está sometiéndonos para terminar de una vez con la civilización. Niños soldados, me han dicho, que algunos hasta se alistan porque, disparando, o espiando, al menos comen. O sea, matar para comer. O sea, la locura.