Mi niña me mira

Autor: Adolfo Carreto         

 

Cuando mi niña me mira tengo que mirarla con ojos de ella. Pienso qué leerá mi niña en mis ojos. Pienso qué mundo le estaré reflejando. Pienso qué sentimientos le estaré transmitiendo. Porque por los ojos de mi niña va entrando el mundo entero, sobre todo el mundo que es mi mundo.

     Cuando mi niña me mira descubro el mundo de mi niña y percibo cómo es de limpio su mundo, cómo es de risueño y juguetón, cómo se va creando y recreando un nuevo mundo por todos los rincones de mi casa.

     Cuando mi niña me mira noto el movimiento, el silencio, la risa, el hoy, y no puedo desprenderme del mañana cuando mi niña me mira.

     Cuando mi niña me mira se me adentra la mirada, y ahora que no sabe lo que yo sé, temo transmitirle lo que sé y no deseo que sepa. Quiero que sepa que la navidad existe y por qué, que el amor existe y por qué, que la esperanza es mucho más que la espera, que el diálogo produce más resultados que el enfrentamiento, que la sonrisa es el mejor regalo, que la libertad es el mejor camino, que la tristeza es posible aunque pasajera, que el pecado existe pero puede ser perdonado, que la desconfianza es el germen del odio, que la altanería nos hace bajitos, que el engreimiento nos hace caricaturas, deformaciones, fracasados.

     Cuando mi niña me mira, con su cuerpo me ciñe, con su mano me ablanda, con su pie me detiene, con su gorjeo me comunica, con su movimiento me estremece, con su risa me riza.

     Cuando mi niña me mira, me miran todos los niños, y a todos los siento, y ese niño suyo, que es como mi niña, es como si fuera mi niño porque nosotros, padres, lo somos de todos los niños.

     Cuando los niños nos miran deberíamos entenderle la mirada para prepararles un mundo en el que no tropiecen, en el que no se hagan grandes para matar, para odiar, para estafar, para trampear, para descalificarse, para envilecerse.

     Hay alegría en la mirada de mi niña, de su niño, y estremecimiento, igual que la hubo en mi, y en usted, cuando mirábamos como mi niña, como su niño. Alguien debe realizar el milagro de que no se agote la mirada de los niños, porque la mirada de los niños siempre es tiempo de navidad, tiempo de esperanza y tiempo de redención. Por eso, aprovecho estos días para felicitarle a usted en la mirada de su niño, de nuestros niños. Si me lo permite, en la mirada de Jesús, niño.


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